Capítulo 16

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No me lo podía creer, no me podía creer todo lo que me estaba pasando.

"NO, NO, TODO ESTO ES MENTIRA, ÉL NO PUEDE SER EL MISMO, TIENE QUE SER UNA COINCIDENCIA."-Pensé intentando autoconvencerme.

Llevaba más de un mes sin sentir aquella presión en el pecho, necesitaba huir de allí, aquello no podía ser real.

Corriendo salí de la habitación sin dar explicaciones y me fui al baño más próximo, me encerré en uno de los baños y cerré con el pestillo.

"Sabes como solucionarlo." -Me dijo una voz en mi cabeza.

Automáticamente me puse de rodillas frente al váter y volví a tocar aquella "plaquita de la felicidad", aquella que hacía que por un momento que sintiese aliviada. Y lo conseguí, conseguí sentirme bien por unos minutos. Expulsé todo lo que pude haber ingerido en aquel día y la noche anterior. El alivio duró poco, ya que a los 10 minutos pude oír como alguien entraba al lavabo.

-¿Rebeca? ¿Estás aquí?- Era la voz de Josué.

En ese momento entré en pánico, ¿Qué debía decir? ¿acaso debía decir algo? ¿y si me callaba y esperaba a que se fuese?. Al acabar de pasar esa pregunta por mi cabeza, tropecé y sin querer me apoyé en la cisterna del váter.

"¿Porque soy tan patosa tío?"

-Sal anda, tenemos que hablar. No te asustes.- Su voz parecía calmada, no tenía malas intenciones en esa frase. Así que me tranquilicé y salí.

-Este es el baño de chicas, no puedes entrar.-Dije mirándole fijamente a los ojos.

-Seguro que ahora mismo tienes muchas preguntas, necesito que hablemos.

-Pues tu me dirás.

-Por como has reaccionado he podido ver que has reconocido mi voz, y sí, soy tu padre, y sí soy el padre de Sebastián.

-¿Y de Oliver?

-No no, sé que Oliver y Sebastián se parecen, pero es por los genes de su madre, yo solo soy el padre de Sebastián, no te preocupes, sé que es tu novio o algo así, no has cometido incesto ni nada por el estilo.-Dijo con una sonrisa incómoda.

Los dos estábamos de pie, rectos, mirándonos a los ojos en una incomodidad inexplicable.

-¿Por qué nos abandonaste?

-Yo nunca os abandoné.

-Y UNA MIERDA QUE NO, TÚ NOS DEJASTE, TE FUISTE, Y DEJASTE A MAMÁ DESTROZADA.- No tenía vergüenza en gritar, me daba igual todo. 

Se acercó a mi y me agarró con fuerza del brazo.

-Sé una buena chica y baja la voz, tu hermano Sebastián y Oliver no saben nada.-Dijo casi susurrando.

"Joder, tenía razón, Sebastián era mi hermano."

-¿Entonces porqué te fuiste?

Se soltó del brazo y dijo:

-Tu madre no sabía que yo había tenido un hijo antes que vosotras, y me echó de la casa, me dijo que debía ocuparme de mi otra familia, o sea, esos niños. Y así hice, cree otra nueva familia, con la madre de Oliver y Sebastián. Pero ella tampoco llevó bien el echo de que tuviese otra familia y se marchó muy lejos, no sé nada de ella desde hace años.-Hizo una pequeña pausa y continuó.-Sé que esto que te voy a decir es horrible, pero yo tuve que elegir entre vosotras y ellos, y ya habían perdido una madre, no querían que perdiesen a un padre también, me hice cargo de los dos como si Oliver también  fuese mi hijo.

-Nosotras también perdimos una madre.-Dije entre sollozos.

-Nunca supe que vuestra madre había fallecido, de verdad que no. Me enteré el día que fui a visitaros y lo dijo María.-De repente sus ojos se abrieron como si se acabase de acordar de algo.-¿No habéis abierto la caja verdad?

-Claro que no. ¿Qué hay en esa caja?.-Pregunté realmente intrigada.

-Ve a casa Rebeca, vete con tu hermana y abridla. Yo cuidaré de mi hijo.

-Oliver no es tu hijo Josué, tú le has mentido a él igual que a todos nosotros.-Dije mientras abría la puerta del baño para irme.

Al acabar la frase decidí volver  con Sebastián y Laura.

-Creo que me voy a ir.-Dije sin quitar la vista del suelo, no era capaz de mirar a los ojos a Sebastián.

-¿Ha pasado algo?.-Me preguntó Laura quien me acarició el brazo con suavidad.

Alcé la mirada y vi a Sebastián:

-Por favor, llámame cuando sepas algo más de Oliver.

Salí de allí inmediatamente y a la vez entró Josué...mi padre...su padre... ÉL.

Tardé en llegar a casa y como era de esperar aún no había llegado María. Volvió a ocurrir aquel episodio que pasó hace semanas. Entré a la cocina y arrasé con todo, tuppers y tuppers de comida, arroz, ensaladas, dulces, etc. Todo lo que estaba a mi paso iba directo a mi estómago.

Y luego vino la culpa, esa jodida culpa de sentirme llena. Pero no era la primera vez, y ya sabía que tenía que hacer. Dejé todo lo que estaba engullendo y fui directa al baño.

"La plaquita de la felicidad".

Los siguientes días fueron así, uno detrás de otro. Me castigaba la culpa de hacer aquello, pero no podía parar, comía y comía como si llevase días sin tomar nada. Y luego lo vomitaba. Así me sentía bien. 

Veía los días pasar y no obtenía ni una sola llamada de Sebastián, ¿es que acaso no hay nada nuevo? ¿tenía que llamarle yo? ¿había pasado algo?

Días y días con las mismas preguntas. Quise poner un punto final a todas ellas y llamar yo a Sebastián. Agarré el teléfono y rápido le llamé.

"Dios si de verdad existes, haz que me pase algo bueno por una vez." Pensé mientras oía los tonos de llamada pasar....

1 tono...

2 tonos...

3 tonos...

4 tonos...

-¿Rebeca?

-¿OLIVER?



*AÑADIDO: Muchas gracias por los comentarios, de verdad que me motivan muchísimo a escribir. Sois maravillosxs todxs <3.*


Querido espejo: Te odio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora