Había una vez una joven reina, nacida del deseo de una sombra, todos ustedes pensaran que tiene una vida feliz a lado de su rey y sus dos pequeños hijos, viviendo aventuras extraordinarias en el mundo paralelo de Fény, pero no es así. Primero creyó...
El eco resonó por un largo pasillo, extendiéndose hacia la derecha y continuando por algunos segundos hasta que nuevamente se hizo el silencio. El lugar era tragado por la oscuridad, solo podían sentir las paredes hechas de rocas, olía a humedad y el piso parecía ser solo de tierra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Decir que se sentían como estar en una cueva era la definición más acertada para describir el Nido de Gusanos. Pese a los golpes, cada uno fue poniéndose de pie y adaptando la vista lo mejor que podían. Para los tres vampiros aquello no debía ser un problema, podían ver perfectamente en la oscuridad. Sin embargo, ahí la penumbra era tan espesa que no podían ver absolutamente nada.
- ¿Recuerdas la ruta que siguieron tú y Eugene cuando entraron aquí? -pregunto Esmerald a Gregori.
- ¿Tu recordarías lo que hiciste a tus treinta años? -pregunto el cuervo con ironía en su voz.
- Si fuera humana lo haría -dijo la demonio encogiéndose de hombros y yendo a tientas hasta donde se encontraba André.
- Entonces... ¿Qué haremos, princesa? -pregunto Astrid a Hela que al ser una hibrida de los vampiros, también estaba teniendo problemas con su vista.
- Continuar -dijo Hela con voz decidida.
- Solo una cosa más... -se apresuro a decir el cuervo, todos se giraron hacia él siguiendo solo el sonido de su voz-. En este lugar... somos simples humanos, el Nido esta cubierto por hechizos protectores e inhibidores, por ende... ninguno de nuestros poderes servirá aquí.
La princesa maldijo entre dientes, aun así fue la primera que comenzó a caminar; el hoyo debajo de las escaleras por el que cayeron se había cerrado en automático y antes de que las hadas pudieran entrar ahí, debían moverse rápido.
En el trayecto de aquel largo pasillo, iban atacando con preguntas a Gregori para saber si recordaba algo de aquel lugar para poder cruzarlo sin mayor problema. El cuervo solo recordaba lo que ya les había dicho. Fue únicamente el instinto y una curiosidad extrema por saber que tanto ocultaba su madre, que hizo que él y Eugene se animaran a entra ahí.
Sabían que debían moverse rápido, aunque no bebían apresurarse en caso de que se encontraran con un agujero de gusano. También barajearon la idea de separarse en dos o tres grupos, sin embargo tampoco querían separarse ya que el riesgo de estar allí y sin sus poderes ya era mucho.
Si algún grupo era tragado por un agujero, los demás no lo sabrían y por ende sería de gran dificultar encontrar un agujero blanco y volver. Tampoco llevaban equipos sofisticados de comunicación y dudaban si algún hechizo de comunicación podría funcionar si viajaban por el tiempo.
Muchas ideas eran lanzadas rápidamente al igual que todos esos escenarios catastróficos al tomar cualquier decisión allí adentro. El camino era incierto y peligroso, cada uno de ellos lo sabían, pero debían arriesgarse sin importar las consecuencias, desde un principio así lo decidieron, por algo estaban en el Nido de Gusanos.
