La maestra Leah Flores

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Capitulo 2:

El helado por la mañana no sera el desayuno mas nutritivo, pero era el festin de la maestra Leah Flores que mantenia su amor por el helado de platano como merienda, asi tambien la cena y el desayuno. Comio a grandes cucharadas el sabroso helado mientras que dibujaba al mismo tiempo, pensaba continuamente en que podria plasmar en sus hojas quizas una carta asi misma, quizas un poema ó un retrato. Un curioso duendecillo se escurrio por la cocina robando pedasos de pan fresco en la despensa de la maestra Leah Flores, los chirridos de exicitacion del duende ladron se hicieron mas agudos e intensos.

- ¡Bandalo! ¿donde estas? -La maestra salto de un brinco de la silla y la casa pego un temblor por el estruendo de la maestra al ponerse de pie, el duendecillo ladron grito dejando a la maestra sin sentido de la audicion, se dio la oportuna huida del duende entre los tablones de las delgadas paredes, Aon el gato gruñon de la maestra rasguño las paredes y el suelo, asustando a el duendecillo que logro una victoriosa huida.

La maestra se alejo de su hogar a un apartado lugar de forma abandonada y lubre. El bosque entre aquel escandalo de las vocecillas de las hadas y seres escondidos quienes celebraban en conjunto la llegada de la maestra a el lugar, aunque Leah Flores no sea conciente de la existencia de estos seres, en ellos los motivaba la melancolia y elegante compañia de la escritora.

La brisa acariciaba los brazos desnudos de la maestra, el frío ambiente la hizo levantarse y decidir volver a su humilde hogar, continuo por el sendero abrumador, su suave canto recorría como eco entre la hiedra, entre el murmullo y quejas de la naturaleza para los hombres.

Quizás su canto no era el más bello e afinado de todos pero la promesa que cantaba en su alma valía para si misma como un rezo a un fiel devoto de su religión. Los seres despidieron a la mujer de su corta visita con una refinada danza, el dulce rocío tomó por sorpresa las mejillas de la maestra como un frío y tierno beso de un viejo despidiéndose de sus hijos para ser recibido por la misteriosa oscuridad en sus prontamente ojos cerrados.

La cálida bienvenida de Aon al llegar a su solitario hogar fue un consuelo a su nostálgico corazón que merodea continuamente en el pasado, vivir intensamente el hoy no era algo que tenia en mente,normalmente relacionaba lo que percibe para transportarse aquellos tiempos dorados en donde todo lo que amaba no se le iba de las manos y creía con certeza e incluso amor en las mentiras dulces.

El tic-tac del reloj invadía el salón y junto al suave ronroneo del felino hacia de coda para una en tonada canción. Las dulces caricias del felino a su ama llenaban su alma de dulzura y ternura, su fiel a compañero la dejo nuevamente en la soledad pero con su corazón lleno de gracia.

- Debo salir Aon -Le hablo al felino quien se limpiaba elegantemente a sus pies.

La maestra camino con cautela a su dormitorio donde dejo caer su gran vestido por sus anchos hombros, su piel rosada y fría dejaba ver notablemente una he que otra cicatriz, se soltó el cabello húmedo , este le llegaba a los hombros y le goteaba las puntas hasta llegar a su espalda, se visto rápidamente con ropa limpia y recogió el graso cabello en su usual peinado.
Salió del umbral de la puerta hasta la calle principal, camino con aquella satisfacción en sus pies al pisar las hojas secas con su peculiar y crujiente sonido al quebrarse.

Teorema de NoetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora