Cuida tú salud

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Capítulo 6.

Su áspera tos que se hacia oír por toda la vieja casona de los Soto, sus ojeras y su piel de aspecto pálido en el muchacho se inclinaban a una señal significativa del estado de salud del joven.

Las sábanas en donde descansaba estaban al igual de sucias que su morbo pensamiento. Ana se acercó a el muchacho y acarició sus negros y rígidos cabellos que le cubrían mayor parte del rostro.

- Te quiero mucho, Ana, ¿Te lo había dicho? -Alan entre sus sábanas intento acomodarse y se acercó a la muchacha rompiendo la distancia.

- También te quiero.

La pequeña Ana dejo la habitación de su amigo y se apresuro por alistarse para volver a la pequeña escuela del pueblo de San Felipe,durante su estadía en casa imaginó en las opciones del que dirán de su forma de vivir, pero antes de continuar dedico una última mirada nostálgica el vacío en la casa.

-Hasta pronto, Mamá. -Y se marcho.

Sus pies se cruzaban con las hojas de múltiples colores que manifestaban la pronta ida del crudo invierno, así como el sin fin de desteñidos colores en el cielo que apaciguaban cualquier mente intranquila.
Un desastre de persona se topo con la niña,haciendo que en su encuentro la niña arrastrará sus rodillas contra el pavimento.

- ¿Estas bien? -Preguntó el desconocido, ella miro sus ojos y se sintió intimidada por la triste mirada del joven que evitó rotundamente como el resto de miradas durante todo el trascurso de su vida que la llamaron loca.

Quizás estoy loca, quizás ellos tienen razón respecto a mí, pensó la pequeña Ana mientras tanto se levanto con torpeza con la ayuda de aquellos ojos tristes.

- Tengo que irme. - Informó Ana al joven que comenzaba a sobrellevar la situación con incomodidad. Ana emprendió una carrera entre el barro dejando atrás sorprendido al joven. Sus zapatos grandes y pesados de charol le provocaban una molestia en sus pies, después de todo estaba acostumbrada a los callos y el estruendo de dolor que soportaba comúnmente, son esos los zapatos que le regaló Javiera Garcia Marquez,que le pertenecían a su hija Catalina que al cumplir quince se dejó embarazar donde fue brutalmente golpeada por su padre después de ello fue a morir a un moribundo hospital de quinta categoría.

Comenzó a sudar y su respiración se torno dificultosa, tanto que su pecho subía y bajaba como una montaña rusa. La fiebre lo llevo a un apartado mundo de poderosas ilusiones donde sus expectativas realistas eran rompidos por una espantosa pesadilla. Donde los insectos entablaban conversaciones políticas y los seres humanos eran el mejor amigo del insecto, una mascota.

Entonces entre ilusiones y lucidez , lo vio. Era su largo rostro y de cuerpo esbelto que se acercaba desde la ventana, donde daba el sol y aquella vista al jardín en que pasaba sus días. Alan tenía miedo y él lo sabía, pero continuaba a paso lento por el dormitorio que emanaba el desagradable aroma azufre. El muchacho no podía moverse sin dejar de ver esos hipnotizadores ojos en aquella cara alargada, en ellos vio estrellas fugaces y planetas, centenares de rostros distintos en variadas épocas futuras, que reían y lloraban al mismo tiempo, a animales de la lejana amazona, vio un mundo en los ojos blancos. La criatura era realmente hermosa, por ello era que le temían en los encuentros, este toco la frente del muchacho y dejo de respirar.

Teorema de NoetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora