Capitulo 5.
Las furiosas miradas se fijaban mutuamente, reprimían las más bárbaras intenciones que deseaban el mal del otro, imaginaban numerosas ofensas que sometían a las más grandes humillaciones. Ana , solo se interpuso entre los dos, logrando un gran fracaso de intentar una tregua.
- ¡La situación es distinta! -Gruño Leah.
- No, ya había sucedido antes.
- ¿¡Qué!?-La maestra se puso de pie y camino por el barrial, rodeando las hortalizas y se apresuro a salir del jardín, pisó cuanta flor se le cruzó, aquel destrozo sólo alentaba su furia, creyó que su sangre hervía al dar cada fuerte paso para salir del lugar, tropezó con una traviesa raíz que la hizo pensar que todo ser vivo estaba en contra de lo que más anhelaba, hallar su satisfacción en si misma, una paz que desearía cualquier inversor en la vida.
La gran mano de Alan detuvo a la pequeña a continuar en busca de la molesta maestra, Ana se intentaba zafar del agarre de su amigo, golpeó sus piernas creyendo que él cedería.
- ¿Donde crees que vas pequeña zorra? - Alan de pronto dejo de tomarla por el brazo y la libero, mantuvo su vista seria en la pequeña, esta solo tendió a no reaccionar y mantenerse callada. Se sentía completamente cobarde como para gritarle pero algo dentro de ella le decía que sus actos serían seriamente recriminados por si misma, perturbada por sus pensamientos que la cuestionaban a tales punto de dudar de su propia existencia junto a todo lo que vio y ve en su métrica realidad que se tornaba cada vez irreal.
Alan sólo podía tener en cuenta sólo una cosa es su cabeza, la soledad. Recorrió por los rincones de su mente a los recuerdos que han marcado su vida, que marcaron su piel y que se le hacían tangibles pesadillas en las cicatrices de su cuerpo, por ello aunque por más que lo evitará siempre permanecerían allí, marcadas en su piel, podría contarle el porque de su dolor a cualquier desconocido a quienes le surge tristeza queriendo precipitarse a toda costa por ayudarlo, quizás cuantas personas han oído la misma historia,de todos lugares.Su estómago no daba más, además se le habían mezclado los alimentos de la mañana también tenía como ingrediente principal un conjunto de ideas enredadas que solo tenían una punto como solución, terminar con rastro de sus problemas. Dejo de pensar, dejo de lado su preocupación por su incapacidad y de aferro a su único anhelo, la violencia y si mismo. No manifestó su in paciencia, su rabia, solo se quedo ahí sentado amparándose de sueños frustrados.
- Eres una pendeja de mierda que no valora lo que te he dado.
La loca corrida que desarrollaba la maestra entre los caminos del frondoso bosque que nuevamente le daba la calida bienvenida con la refrescante brisa que llevaba a un dulce meneo de sus cabellos. El sol ya no estaba asomado en el cielo en ese apartado lugar que le veía de manera tan utópica la maestra. Tomó en silencio el colgante de su cuello y se aferro a el con fuerza. Su tristeza era notable, su imaginación se forzaba por intentar recordar aquel rostro amado que ya se le hacía borroso, esa suave voz que solo oía en sueños, quería volver a su lado pero se halló envuelta en la realidad y ese gran precipicio de sus fantasías,desesperada busco explicaciones a sus dudas que estaban interrumpiendo su ideal del como tenía que vivir, que la llevaba al dulce límite de ser nuevamente feliz, pero de manera diferente, una manera que la asustaba y se encontraba sin aquella presencia que solo abunda en su mente.

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Teorema de Noether
NouvellesLa simple vida de una profesora de fisica con su pesada inconformidad y problemas del pasado que la atormentan en el presente ¿Podria cambiar algo?