2 Dudas

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Eva se encontraba desnuda tumbada en el suelo de un parking abandonado, escuchando el viento agitar las hojas de los árboles que se movían sutilmente.

Las noches de ese tipo nunca las pasaba en la naturaleza, en luna llena los cazadores mataban a muchos lobos que no son prudentes y se transforman en mitad del bosque.

Ella no tenía que sufrir como los demás, no tenía que sentir como se le partían todos los huesos uno a uno hasta ser un feroz animal, sino que disfrutaba y desconectaba.

Ahora con los ojos completamente amarillos y todos los colmillos visibles extendía lentamente sus garras de las manos y los pies. Arañó su pierna derecha haciéndose varias profundas heridas que se curaron al instante, al ver que ya no sangraba cambió de posición. Ya sentada de rodillas, dejo ver una única sonrisa, cerró los ojos, cogió aire y aulló muy fuerte liberándose completamente para acabar de convertirse en una delicada loba de oscuro pelaje negro.

Una loba de cola a orejas, pero no salvaje.

Eva paseo a cuatro patas por todo el parking, se estiró y abrió su mandíbula lo máximo posible, miraba a donde se encontraba la luna y movía el hocico de vez en cuando; en ese cuerpo su mente seguía estando al mando, por ahora no tenía hambre.

Se tumbó en una esquina para relajarse y disfrutar oliendo la luna, aunque se encontrara tan lejos, mientras olfateaba a distancia sus ojos ámbar brillaban destacando en esa oscura y fría sala.

- ¡Ya están aquí! - gritó Nicolás desde la entrada del parking, que había parecido sin que Eva le escuchara llegar-. No tardarán.

La loba dejó sonar un gruñido acompañado de una expresión de confusión.

- No me mires así- el chico estaba alterado venía corriendo meciendo sus rizos y traía consigo una manta que lanzó sobre Eva-. Ya tienes tu privacidad, ahora corre.

Se des transformó tapándose con la vieja manta que le acababan de lanzar, tenía más frío y se sentía desprotegida sin su pelaje, se dio la vuelta y se ató ese pedazo de tela como si fuera una toalla. Despeinada se alejó de Nicolás hacia su coche para coger su camiseta, pero este dijo algo que la detuvo.

- Los cazadores están ahora en tu casa.

Eva se giró sorprendida y furiosa ya que le culpaba de lo que estaba pasando.

- No es mi culpa- no sonaba muy seguro-. no tardarán en venir a por ti.

- Gracias por avisar, ya te puedes ir...

- Creo que no me entiendes- humedeció sus labios -. Nos vamos ahora.

- No puedo fiarme de ti.

- Lo sé, pero no tienes otra opción.

- ¿Cómo estás tan seguro de eso?

- Porque como dijiste el otro día, lo sé todo sobre tu vida, no tienes a quien recurrir.

- ¿A dónde iríamos?

- A un lugar seguro- se acercaba lentamente a ella.

- Me tendrás que contar todo a cambio de que te acompañe.

- Por su puesto.

- Date la vuelta que me voy a cambiar.

Se dio la vuelta y mientras ella se ponía los vaqueros y su camiseta negra oía al muchacho respirar muy rápido siendo un síntoma de sus nervios. No sabía si realmente todo era cierto pero cansada de la monotonía y con ganas de arriesgar había decidido seguir a Nicolás en toda esa locura.

Criaturas inestablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora