6 EL HUECO DE LA PUERTA

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Tras la intensa conversación con Miguel, ambos se separaron y ella volvió a esa pequeña biblioteca a seguir aprendiendo para ponerse a la altura de la situación.

Pasó horas metida en ese estrecho y viejo espacio hasta que se percató de que ya era de noche, la luna estaba oculta por unas nubes y las estrellas tampoco se veían.

Cerró el sótano con llave y fue con sigilo escuchando atentamente todos los ruidos de la casa hasta llegar a la planta de arriba, pero justo antes de llegar a su cuarto, se detuvo en la puerta que se encontraba entre abierta.

Frenó al escuchar los latidos de Nicolás, miró por el hueco de la puerta y vio que se estaba desvistiendo a la luz de la noche; escuchaba como desabrochaba los botones de su camisa hasta quedarse con el torso descubierto. Eva lo miraba fijamente sintiendo cada suspiro y respiración del chico, observando su esculpida y sensual espalda de piel tostada, limpia, tersa y joven. Entonces sintió algo dentro de ella, una chispa que recorrió su cuerpo mientras no dejaba de apartar la mirada de Nicolás que estaba agachado desatándose los zapatos. No había otro que quisiera percibir que el sonido de la ropa rozar con su cuerpo, el tiempo se había detenido desde ese hueco por donde espiaba al chico, lo observaba mientras apretaba la llave del sótano sin saber lo que pensar o sentir.

Entonces se dio la vuelta, el corazón de la chica se sobresaltó temiendo que se hubiera percatado de su presencia, pero Nicolás no dirigió la mirada hacia la puerta, solo prosiguió a quitarse los pantalones. Ahora la atención de Eva se encontraba en su pecho, en el tatuaje que estaba situado sobre el corazón, era un símbolo que le sonaba de algo, pero no conseguía acordarse.

Fue justo en el momento en el que ella ya había vuelto a la realidad cuando vio que el chico había levantado la mirada hacia donde ella se encontraba, muerta de vergüenza esperando que no se hubiera dado cuenta continuó su camino hasta la habitación de al lado y cerró la puerta de su dormitorio.

Por fin se metió en las sabanas que estaban ásperas y húmedas, la cama era algo incómoda por lo que buscó mirando por la ventana algo que la hiciera sentirse a gusto. La luna seguía oculta, los árboles ya no producían una melodía cuando soplaba el viento y ninguna cigarra tocaba música que la relajara; en la casa tampoco se escuchaba ningún ruido, solo la respiración y los latidos de ritmo constante del individuo de la habitación de al lado. Dio muchas vueltas en la cama intentando dormir, pero no dejaba de pensar en ese símbolo que tenía tatuado Nicolás que se le insinuaba como algo malo, no quería olvidarse de la forma para que a la mañana siguiente pudiera averiguar de qué se trataba.

Instantes antes de quedarse dormida no pudo escuchar lo que Nicolás le dijo a través de las paredes.

Buenas noches- susurrando. 

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