1 empezamos
«¿Y ahora qué?» se preguntaba Eva tumbada en su cama sintiendo la rugosa y gruesa colcha que la calentaba mientras las canciones de The Pretty Reckless la transportaban a otro mundo, conectaba con la música para no tener que escuchar los miles de ruidos que se acumulaban a su alrededor. Era de noche, muy tarde, pero aun así el sonido de algún coche que pasaba por la carretera principal llegaba a sus oídos.
Le llegó una notificación y con pereza se reincorporó para poder contestar al mensaje, mientras tecleaba una gota roja cayó en la pantalla de su teléfono, extrañada pasó a frotar su nariz la cual estaba repleta de sangre. Cogió un papel y comenzó a sentir un dolor sutil en sus ojos, se limpió la mayoría de la sangre, dejando un puñado de clínex manchados sobre su mesita de noche y procedió a confirmar que participaría en el periódico de la universidad el próximo año.
Bajó el volumen de la música al escuchar unos pasos aproximándose al portal de su casa, se puso de pie y miró por la ventana, no vio a nadie así que continuó con su plan de descansar sin hacer nada en concreto. Lo necesitaba, llevaba varios meses alterada por la desaparición de su padre (algo normal en él) y la reciente mudanza, ninguna de las dos cosas era una novedad; siempre se estaba mudando, tenía que hacerlo para no morir, la mayor parte de su vida se había basado en la huida, huía de los cazadores. La joven de pelo negro azulado y ojos verdes creció escuchando las historias que le contaba su padre de su pasado, ella era hija de una mujer lobo, y de un metamórfico por lo que eso la convertía en un hibrido, una de las criaturas más instables, peligrosas y poderosas de la tierra. Los cazadores buscaban todo tipo de criaturas, pero ella jamás se había cruzado con otro ser que no fuera su padre o la manada de su madre; vivía con miedo, ya que los cazadores no tienen piedad, los llaman monstruos, los torturan y los matan siempre que tienen la oportunidad. Había aprendido a ocultar su verdadero ser controlando sus habilidades, el problema eran las emociones, ella era una criatura emocional, con sentidos amplificados que la hacían sobresaltarse o sufrir mil veces más que un ser humano corriente.
El dolor que hacía unos instantes era sutil, ahora era como dos duros y afilados puñales clavados en sus pupilas, las lágrimas caían y gritaba en silencio de dolor, marcó el teléfono de su padre, pero saltaba el contestador. Se miró en el espejo, su pijama azul cielo estaba manchado de sangre y sus lágrimas rojas al recorrer su rostro y al caer en su cuerpo le quemaban la piel como si fueran ácido. A oscuras tirada en el suelo de su habitación sentía como si el aire la estuviera aplastando lentamente, volvió a abrir los ojos al escuchar unos golpes en su puerta, arrastrándose por la alfombra mientras sentía el pelo sintético mezclarse con su sangre, consiguió llegar a su ventana y ver la silueta de un hombre dando fuertes golpes con ira en la entrada de su casa, pero para su mala suerte, no era su padre.
Con el cuerpo manchado y dolorosas quemaduras intentó identificar a la persona por su olor, pero solo pudo percibir el intenso hedor metálico que provenía de su sangre que la rodeaba por todas partes, el dolor no cesaba era un sufrimiento constante que casi no la dejaba respirar.
- Ayuda- no tenía fuerzas y ese grito de socorro se quedó en un suspiro.
Eva se rindió ante el dolor y se quedó dormida tras aguantar y llamar a su padre repetidas veces.
Despertó diez horas más tarde, en la misma posición en la que se había dormido, acurrucada en la postura fetal, encima de una gran silueta roja; las manchas de sangre se habían secado, pero continuaban presentes en su piel clara, su cabello oscuro, su pijama, su cama, sus cortinas, su alfombra y su alargado espejo. Se estiró lentamente, con poca movilidad, incómoda por esa sangre pegajosa que le estiraba la piel, entonces tras mirar por la ventana, su pituitaria amarilla percibió el olor a muerte y a café con leche en su cocina. Extrañada de no reconocer el olor del individuo que se encontraba en su casa, cambió sus delicadas uñas por unas garras largas, afiladas y oscuras y bajó los escalones de la escalera de madera de caracol con mucho sigilo. Escuchaba la respiración calmada del intruso, como tragaba saliva y bebía el café que antes había percibido, pero además de esos sonidos también reconocía el piar de los pájaros, el microondas girando, la electricidad corriendo dentro de las paredes, la tubería rota de la casa del vecino, el atasco...
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Criaturas inestables
Fiksi RemajaUn mundo donde las leyendas son ciertas pero no como las recordamos. Una realidad donde hay criaturas que se esconden en la noche y cazadores que las persiguen. Una era donde hay una guerra y ni la mitad de los humanos lo saben. Los cazadores han...