Lunática

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Iluminaba el día,
ese era su radiante Sol.
Daba calor incesante
y creaba la sensación de que
había más vida cuando llegaba.

Pero al caer las ocho desaparecía
y se adueñaba del cielo
la meticulosa Luna.

Esa que prefirió salir
cuando sentía
que todo se apagaba,
la que no pensaba en nada,
quien quería solo un poco de luz
cuando creía que algo faltaba.

La Tierra,
que suponía estar enamorada,
desordenó la teoría del caos,
la de los efectos mariposa,
y se quedó con la que la Luna provocaba.

Pensando,
de qué le sirve un Sol
si a veces el calor no aporta felicidad.

Se olvidó de los besos en amarillo,
se echó la galaxia en un bolsillo
y eligió a la lunática
que afectaba su gravedad.

Sol de lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora