Jugando a no quemarnos

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Fuimos pasando de las palabras a los hechos
y jamás me di cuenta
de cómo fue que acabamos tumbados
el uno sobre el otro.

No parábamos de hablar,
y sus manos,
sus manos hacían y deshacían
nudos en mi cabello.

Me habló de poesía,
de vino,
de música.

Me contó de sus sonidos favoritos,
de sus olores favoritos,
de los insomnios
que escondían esas ojeras.

Yo no decía nada,
ella no paraba de hablar.

Me mostró
los tonos de azul que tiene el cielo.
Me contó
de su cabello en las mañanas
y de cuánta azúcar
tiene su descremado.

Me habló de penas,
de poemas,
de sus dudas.

Por lo que tuve que besarla
y le dije:
Que linda te ves desnuda.

Sol de lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora