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La oscuridad había quedado atrás, ahora el firmamento se pintaba de colores que le daban vida a un cielo antes negro.
El sol con orgullo comenzaba a brillar, dando a entender quien reinaba por el día.

Sus rayos se colaron por la ventana de la habitación de cierto chico, su habitación era un desastre; ropa tirada por todos lados, rastros de leche y una botella rota... Sin embargo, el joven dormía plácidamente como si nada importara, eso hasta que un molesto ruido comenzó a retumbar en sus oídos, ni siquiera abrió los ojos y apagó la alarma que había puesto. Luego de unos segundos abrió los ojos y lo primero que vió fue a su pequeño felino durmiendo sobre su pecho, realmente parecía muy relajado y sumamente adorable. Acarició su pelaje suavemente para luego oír un pequeño ronroneo para seguidamente observar como dos zafiros se dejaban ver perezosos.

- Buenos días... -Se había vuelto una costumbre saludar a su gato cada que este despertaba con él. Recordó de repente aquello que él mismo había catalogado como sueño para luego reír un poco- ¿Sabes? Anoche tuve un sueño super raro -Volvió a reír mientras Mika se sentaba sobre su pecho- Soñé que te habías convertido en un humano... O al menos la mayor parte por que seguías teniendo tus orejas y tu cola. Loco ¿no? -Se levantó de la cama sin mirar-

Llegó a la cocina y vio la nevera abierta, allí también había rastros de una botella rota y un liquido blanco que reconoció como leche. Se quedó unos segundos completamente quieto observando y luego su pequeña mascota se acercó a él algo preocupado y maulló para llamar la atención del pelinegro

- No fue un sueño ¿verdad?

El felino negó. Yuu cerró la nevera y fue a sentarse en el sofá, en el mismo lugar donde había estado la noche anterior siendo seguido por el gatito que se sentó en la mesa en frente de él y volvió a maullar esta vez un poco más insistente

- No fue un sueño

Repitió mientras su mirada estaba clavada en un punto fijo en el piso como si eso fuera lo más interesate del mundo. La bola de pelos rubia de un salto llegó al regazo del azabache logrando que este volviera a la realidad dando un ligero salto de la impresión.

Mika sabía que aquel humano solía tener reacciones tardías. Como por ejemplo la vez que había despertado pasada la media noche porque un murciélago había chocado contra el ventilador de techo y había caído muerto sobre él, en ése momento le había restado importancia para luego de amanecer cuando despertó con toda la tranquilidad del mundo había llamado a sus padres y les dijo que había estado durmiendo con un murciélago muerto. Bueno, había atribuido esa tranquilidad al hecho de que estaba medio adormilado aún. Pero de todos modos la expresión de terror de sus padres le dio algo de gracia.

¿Lo mordió? ¿Lo infectó de rabia? Ese mismo día lo habían llevado al hospital donde pudieron tranquilizarse por que todos los resultados dieron negativo.

En otras circunstancias, aquel niño de 8 años hubiera gritado del miedo como cuando aparecía una cucaracha. Aunque también estaba el hecho de que a aquel niño casi nada le daba miedo, hasta ahora. De veras a veces le confundía.

Sintió que fue tomado con delicadeza para luego ser analizado por unos profundos ojos esmeraldas.

- 15 años ocultadome esto. ¿Porqué no me lo dijiste antes?

Bajó sus orejitas sintiendo que lo regañaban, aunque también se preguntaba lo mismo. Yuu era la persona en quien más confiaba... Tal vez por eso mismo le había dado miedo decírselo, tenia miedo de que el azabache lo rechazara por ser lo que es y por no ser lo que debería ser.

Cualquier duda o pensamiento desapareció cuando sintió como Yuu lo acercaba a su pecho y lo abrazaba con cariño y delicadeza.

Tal vez había tenido sus razones, depues de todo, las cosas no se hacían solo por que sí ¿no?

||¿Que hay de malo en un Gato?||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora