Capítulo 40

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Dedicado a @Yeolminnie

Yixing abre despacio el conjunto de puertas dobles como si fuera a salir un desfile de espectros por ellas. Con Junmyeon nunca se sabe. Las luces se encienden automáticamente en el vestidor. Solo entonces ve la falsa puerta abierta al final. ¿Qué? Jamás lo hubiera imaginado. Estaba fascinado. ¡Como en los k-dramas de épocas antiguas!

¿Qué es? ¿Qué hay?

Junmyeon se encoge de hombros nuevamente.

¿Una mazmorra para prisioneros de guerra? ¿Una especie de celda para los traidores? ¿Ahí condenas a tus enemigos? ¿Hay calaveras encadenadas colgando de las paredes? ¿Los cuerpos de tus ex esposas curiosas?

Junmyeon se carcajea de lo lindo. ¿De dónde saca su pareja esas ideas? Qué bueno que no es un amo de la noche porque sería uno muy peligroso si le apetece colgar cadáveres de las paredes o cosas así. Después dicen que él es sanguinario y despiadado. ¡Por la sangre de sus ancestros, Yixing es tan singular!

"Siempre puedes averiguarlo por ti mismo."

Bueno, si tú me estás invitando, entonces no eres Barba Azul.  

El vampiro no tiene ni puñetera idea de lo que habla su Mate, como en otras muchas ocasiones, pero le da una palmada en el culo que lo hace saltar hacia adelante y acercarse a la puerta finalmente.

Ah, como en las mejores historias de aventuras: una escalera estrecha y oscura como garganta de lobo. ¿La entrada a la cueva de Alí Babá? ¿Un pasadizo que lo llevaría al centro de la tierra? ¿La habitación donde Junmyeon protege el ataúd con tierra de la lejana Rumanía donde duerme en realidad? Hay un millón de posibilidades... y él adora fantasear.

Pero la ilusión desaparece casi tan rápido como vino. Junmyeon adelantó la mano y accionó un interruptor prendiendo una línea de luces hasta el final e iluminando todo. ¡Qué mala idea es este Junmyeon! ¡Puede tener mil años de existencia pero decididamente no tuvo infancia! Yixing lo mira con el ceño fruncido y deja al otro perplejo pues no entiende su enojo. Pisando fuerte y rebuznando un "idiota-mata-ilusiones" comienza a bajar. Suho no entiende, solo quiere que no caiga de cabezas por las escaleras.

Con veinte escalones de diferencia entre niveles, una nueva habitación se abre al explorador curioso. Es más bien un agujero circular algunos metros bajo tierra. Anaqueles antiguos como los muebles donde las abuelas guardaban la vajilla familiar y grandes baúles, unos sobre otros, hasta el techo rodeaban las paredes en casi toda su longitud y al fondo... al fondo había...

"¡No me jodas!"

La luz de tres bombillas en el improvisado techo hacen bailar cientos de reflejos, como un caleidoscopio gigantesco, sobre las paredes. Yixing se acerca atraído por los colores y hunde las manos. El típico sonido de piedras al caer se deja escuchar. ¡Oh, por la Madre Luna! Las saca llenas y las piedras se escurren entre sus dedos como gotas de cristal. Diamantes. No uno, no dos ni tres... miles...

Yixing se gira a su pareja. Esto es insano, demencial... ¿extraordinario? Contra la pared y sobre una alfombra persa hay un amontonadero de piedras preciosas que llegan a la cintura del omega, solo allí, como abandonadas con cansancio, una jodida montaña de piedras preciosas.

El omega está sin palabras y más aún cuando comprende que su estado de shock provoca una satisfacción casi malsana y lujuriosa en su pareja que lo mira con un brillo de suficiencia increible. Yixing no encuentra un nombre para su actitud. Por un lado parece una urraca, esa que se deja seducir por las cosas brillantes y las roba y las lleva a su guarida. Por otro, está tan lleno de sí mismo que se asemeja a un pavo real cuando, en el apareamiento, le muestra a su pareja cuánto de bueno posee.

Omega BrujoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora