CAPITULO TERCERO

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La tarde es lenta y aburrida. Hemos subido todas a nuestro apartamento para hacer una sesión de cine. Ellas están demasiado cansadas para aguantar la película completa sin dormirse y yo, que ni me he molestado en dar mi opinión sobre el tipo de inmersión cinéfila que me apetece hacer, me dedico la mayoría del tiempo a ignorar la pantalla y centrarme en el libro que estoy a punto de terminar. Ni si quiera se dónde se han metido los chicos del grupo. Cuando la película está a punto de llegar a los créditos finales, Harper bosteza abriendo los ojos y empieza a quejarse de inmediato.

-¡Es que habéis puesto una película aburridísima! ¡Me toca elegir a mi!

Eso sobresalta a mis otras dos amigas, provocando que Gia casi se precipite de cabeza contra el suelo de mi apartamento. Reprimo una carcajada mientras se pelean por el mando a distancia. 

-¡Tus películas son horribles, Harper! ¡Siempre eliges las mismas!- balbucea Emma, intentando hacerse con el control de la situación- ¡Me apetece una película de navidad!

-¡Ya hemos visto una así y os habéis quedado dormidas!

-¿Una de miedo?- dice Gia, intentando arrancar el mando de las manos de Harper. 

-¡He dicho que elijo yo! ¡Quiero ver "La noche de ayer"!

El título provoca una reacción automática en mi. Me pongo de pie y les arranco el mando de las manos, poniendo fin a la discusión. 

-No pienso ver esa película de mierda.

No doy tiempo a respuestas antes de salir al balcón acompañada de un cigarro, pero puedo ver como Emma le da una colleja a Harper mientras Gia pone su mejor mirada de reprimenda. 

-Nosotras tampoco- dice Emma, colocándose de rodillas en el sofá. Las otras dos asienten enérgicamente con la cabeza- Solidaridad, hermana. 

Suspiro y niego con la cabeza. Siempre reacciono de forma exagerada. Sé que han visto esa película. La ha visto todo el maldito planeta tierra. Fueron al estreno, obviamente sin mi. He sido muy cuidadosa con el hecho de conocer a la perfección todas las películas en las que sale para poder evitarlas. Y se que es buen actor, es prácticamente imposible no escuchar su nombre cada dos por tres en la televisión, en las redes sociales y hasta en un maldito anuncio de colonia que han puesto en la parada de autobús que hay justo frente a nuestra casa. 

Si quiero mantenerme totalmente desinformada sobre él, debería vivir en una burbuja. O en una cueva. En algún poblado indígena en el amazonas, tal vez. Quizás por eso me ha estado costando tanto pasar página, porque durante esos últimos tres años he tenido que ser testigo de como él ha logrado su sueño, como llena salas de cine, lo nominan a premios, sale cada día en una portada diferente y como posa en todas las alfombras rojas con chicas despampanantes. Lo he tenido que ver mientras yo seguía estancada, viviendo en el mismo apartamento que cuando se marchó, intentando día tras día demostrarle a mi jefa lo buena que soy en mi casi inexistente trabajo y sentándome horas y horas delante de la pantalla del ordenador sin ser capaz de escribir más de dos palabras seguidas con coherencia. 

He fracasado en el amor, he fracasado en el trabajo y estoy a un paso de fracasar en el único sueño de mi vida: ser escritora. 

"Esto es lo mejor para los dos"

Desde luego para él si que lo ha sido. Dos años de relación, tirados por la borda. Aún siento el peso del anillo en mi dedo anular, a pesar de que lo lancé desde el tejado con todas mis fuerzas el día que me dejó. Pero sobre todo, aún siento esa horrible presión en el pecho que me dificulta respirar cada vez que recuerdo como, dos días después de que todo se fuese al garete, descubrí que hacía varios meses que compartía nuestra cama con otra persona. Pero eso no fue lo peor, no. Eso solo fue el golpe de gracia que terminó de hundirme en una miseria que había empezado seis mese antes. Llevo las manos a mi barriga de forma instintiva, como hago siempre que mis pensamientos toman rienda suelta y se escapan de ese rincón oscuro de mi memoria. 

INMARCESIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora