La resaca del sábado por la mañana es tan horrible que no se como consigo levantarme de la cama. Me duele todo el cuerpo y no consigo entender porqué. Tengo algunas lagunas de la noche, para que mentir. Sobre todo después de mi inteligentísima idea de beberme de golpe seis chupitos de tequila. Me cuesta bastante arrastrarme hasta el baño. Cuando lo consigo, observo mi reflejo en el espejo. La imagen que éste me devuelve es de todo menos agradable. Debí acostarme maquillada, porque los círculos negros que rodean mis ojos no se deben precisamente a las ojeras que, seguramente, también tengo. Y me duele la cabeza. Mucho. Y el tobillo.
Después de una muy larga ducha, me enfundo mi ropa de deporte y me vuelvo a arrastrar hasta la cocina. Harper y Emma están sentadas en los sofás, con una sonrisa divertida a pesar de que sus caras reflejan que están igual de mal que yo.
-Si es la estrella de la noche- me dice la última, conteniendo una carcajada.
-No quiero ni un solo comentario hasta que me beba el café- aviso, cogiendo una taza y llenándola hasta los topes.
Cuando por fin me siento en el sofá junto a ellas, Harper empieza a hablar y me cuentan todo lo que, quizás por suerte, mi mente había olvidado de la noche anterior. Porque bailé, sobre la barra. Y me caí por las escaleras del baño, de ahí el dolor de tobillo. Y me besé con Ezra porque un tipo no dejaba de suplicarme que bailase con él, a pesar de que le había dicho varias veces que no. Y al final el tipo se enrolló con Ezra y se fueron juntos. Y después tuvieron que sacarme a rastras de allí porque después de dos botellas de tequila no podía ni siquiera mantenerme en pie. Genial, una noche de primera.
-No pienso volver a salir.
-Que te lo crees tu. ¿Qué hacemos luego?- pregunta Harper, haciéndome ojitos.
-Voy al gimnasio y luego a morir en mi cama hasta el domingo. ¿Te parece un buen plan?
Ella niega y me asegura que será capaz de convencerme antes de las 8 de la tarde. Lo dudo, pero no se lo digo porque entonces se pondrá aún más pesada. Emma escurre el bulto diciendo que Ben tiene la noche libre y van a hacer algún plan romántico. Me despido de ellas mientras cojo mi bolsa y las llaves de casa antes de salir por la puerta.
Es tarde, más tarde de lo que suelo ir, y se nota. El gimnasio está bastante más lleno de lo normal y hasta Lucas se sorprende de verme allí a esas horas.
-¿Morgan? Pensé que no vendrías ya hoy.
-Ya, bueno- me encojo de hombros- Necesito un ratito de desconexión. ¿Tienes algún saco libre?
-Si, dame cinco minutos que te preparo tu esquina de siempre.
Asiento con una sonrisa y avanzo hasta los vestuarios para dejar mis cosas en una taquilla, como siempre. Y entonces, algo llama mi atención cuando estoy saliendo de allí con intención de empezar a entrenar lo antes posible.
En la sala de al lado, separada de la principal por solo una cristalera y una puerta, un grupo de niños siguen las indicaciones de su entrenador para dar golpes contra sacos bastante más grandes que ellos. Pero no es eso lo que llama mi atención, porque suelo ver a los enanos llegar cuando salgo de mi entrenamiento los sábados. No.
Es el entrenador, o más concretamente, sus ojos verdes, los que me hacen quedarme estancada en el sitio. Y se da cuenta, porque me mira con una sonrisa de autosuficiencia antes de volver a centrar su atención en uno de los niños que no consigue golpear bien el saco.
Mentiría si dijera que no se me ha acelerado un poco el pulso. Pero solo un poco.
No paro de repetirme que es un creído y un imbécil mientras golpeo el saco con fuerza, una y otra vez. Me viene a la mente la frase de la servilleta y su sonrisa prepotente. Como si yo hubiese tropezado con él a posta. Menudo cretino. No soy consciente de que por primera vez en tres años, no estoy imaginando la cara de mi ex mientras golpeo con fuerza el saco. Porque estoy demasiado absorta como para ser consciente de nada más. Estoy tan concentrada que no me doy cuenta de que alguien se ha colocado junto a mi espalda hasta que noto una respiración cerca de mi hombro. Y actúo sin pensar. Me giro con toda la inercia del golpe que tenía preparado y golpeo a la persona que tengo detrás de forma automática. Su antebrazo detiene el golpe, a pesar de que no se lo esperaba para nada. Y cuando sacudo la cabeza para volver a la realidad, dispuesta a pedir perdón, vuelvo a encontrarme esos ojos verdes frente a mi.

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INMARCESIBLE
Romance"Esto es lo mejor para los dos" Fueron las últimas palabras que le dedicó el que, hasta entonces, era el amor de su vida. Morgan ha tenido que recomponer los pedacitos que quedaban de ella después de que su futuro quedase completamente destruido. O...