F r e y a
Despertarme nunca me costó tanto como hoy y más al saber en que día de la semana estoy despertando. Así es, un frío y solitario sábado en el que tengo que asistir a esa horrible fiesta de la que alguna vez fui partícipe.
Después de darme un baño de espuma con aceites naturales que realmente ayudan a la piel, opto por un vestuario digno para la ocasión.
Consiste en un vestido color escarlata opaco que está compuesto por un escote en V que llega hasta el final de mis pechos, dándole el merecido derecho de resaltar la parte superior de mi cuerpo con delicadeza. Mis brazos están tapados por las mangas de encaje rojo que llegan hasta el inicio de mis manos. Se ajusta a mi cintura resaltando las curvas de mis caderas y cae en cascada hasta por debajo de mis rodillas. Cuenta con una abertura en el costado de mi muslo derecho que deja ver un retazo de mis piernas. Y es rematado por unos tacones de aguja negros con piedrecitas brillantes en el frente.
Finalmente decido ondularme el cabello azabache, dejando un buen remarco de mi rostro. Coloco un poco de sombra color ámbar en mis párpados y resalto mis ojos azules con un delineado sutil y delicado. Me pinto los labios con un labial rojo que hace juego con mi vestido y me miro en el espejo ovalado de cuerpo completo que descansa en una de las paredes de mi cuarto.
Satisfecha con el resultado, le sonrío a mi reflejo sintiéndome realmente hermosa. Y es que, disculpen, pero lo soy.
Descuelgo mi abrigo negro del perchero y lo coloco sobre mi cuerpo, brindando un poco de calor a la parte superior de mi anatomía.
Salgo apresurada del bloque de departamentos y paro al primer taxi que veo pasar. Le indico la dirección del restaurante que se encuentra dos calles alejadas del salón donde se llevará a cabo la dichosa fiesta.
El restaurante es el punto de encuentro que propuso Demian, él dice que es un lugar del cual nadie sospechará.
Me adentro en el comercio y repaso el lugar con la mirada. Es amplio y cálido. Las mesas cuadradas están bien distribuidas por todo el amplio espacio y los pequeños grupitos de lámparas que adornan el techo sobre cada mesa le da un toque lindo y delicado. Sin dudas es un lugar al que voy a volver.
Mi grupo se encuentra en una de las mesas del fondo. Cuando los diviso, avanzo en su dirección y me paro frente a las mesas, carraspeando para que noten mi presencia. Aunque he de admitir que varios hombres del restaurante se han quedado viéndome.
La primera en girarse a verme es Clarie, quien me sonríe ampliamente, haciendo lucir mucho más hermoso su rostro. A decir verdad es muy bonita, su nariz resipingada y ojos miel le hacen un buen juego con sus labios bien proporcionandos. Su cabello ahora teñido de rubio le hace un buen marco a su rostro.
Va vestida con un traje que consiste en unos pantalones de campana y una blusa blanca muy elegante. Porta accesorios como brazaletes con piedrecitas y un collar con algo escrito que no alcanzo a ver.
—Buenas noches, Freya— saluda alegremente.
—Buenas noches, Clarie— le devuelvo el saludo con una sonrisa.
El siguiente en acercarse a saludar es Philippe, quien me sonríe y me extiende la mano.
—Un placer volver a verla, Freya.
—Lo mismo digo, Philippe— murmuro estrechando su mano.
A diferencia de Clarie, él va vestido con un traje de gala gris que se acentúa bien a su trabajada figura. La verdad es que admiro como ha mantenido su cuerpo para llegar a su edad y lucir tan bien.
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Yeux Sombres
Mystery / ThrillerFreya Fersby, una chica joven de veintiún años. Se destaca por pensar con la mente fría y carecer de emociones a la hora de tomar decisiones difíciles. Fue estudiante de criminología y criminalística pero no pudo concluir su carrera por motivos espe...