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Se movió dentro de la habitación sin prestarme atención, hice un escaneo rápido del lugar. Una puerta, ninguna ventana, un armario pequeño, una cama, tres repisas vacías distribuidas por la pared frente a la cama y ningún arma.

Axe tomó varias mantas e hizo una pequeña cama en la esquina más alejada a la cama real.

Cuando terminó se acercó y acostumbrada a la rutina extendí mis manos frente a mí. Las miró un momento antes de verme a los ojos por primera vez desde que habíamos entrado.

─ Tienes que dormir.

Sin decir más me rodeó y tomó una de las almohadas que habían sobre el colchón, la puso en la cama improvisada y se acostó en ella.

─ La cadena junto a la cama apaga las luces.

Me había quedado congelada en el mismo lugar, confundida por su comportamiento. No entendía cómo podía actuar con tanta naturalidad, como si el incidente de antes no hubiera existido.

Sin decir nada me subí a la cama recargando mi espalda en la pared. Dejé la luz encendida. Sin importar que tan amables se mostrara no podía confiar en él, su fuerza superaba a la mía y no estaba segura de poder vencerlo si intentaba algo.

Él se quedó dormido un rato después dándome la espalda. Para mí fue imposible conciliar el sueño esta vez.

Mi menté regresó a su advertencia. No podía darme el lujo de ignorar lo que me dijo, fuera cierto o no, no podía arriesgarme. Si el mundo de afuera era tan peligroso como decía tenía que ser más cuidadosa.

Ni siquiera sabía con certeza dónde estábamos.

Tenía que ser más inteligente, si huía sin provisiones, armas o tan siquiera sin conseguir un mapa terminaría muerta.

El grupo de asesinos era mi mejor opción, aunque no me gustara la idea.

Cuando mi reloj marcó las siete de la mañana tocaron con insistencia la puerta despertando al pelinegro, este volteó hacia mí y después alrededor buscando algo diferente. Después de que corroboró que todo seguía en su lugar se levantó y tomó del armario una camisa nueva.

Me giré en cuanto levantó la orilla de la camisa que traía puesta. Mi curiosidad me incitaba a girarme solo un poco y espiar, pero él me había dado a mí algo de privacidad antes y le debía lo mismo.

─ Vamos – me dijo una vez terminó.

Abrió la puerta y se hizo a un lado. Creí que tomaría mi brazo como había hecho muchas veces antes, pero se limitó a seguirme por los túneles de la Caverna.

Al llegar a la sala principal vi a Eve a un lado de Hunter platicando en la mesa. La pelinegra me miró con desprecio que aumentó cuando notó que no estaba atada pero se mantuvo en su lugar hablando con su fiel compañero.

Axe recorrió la mesa hasta llegar al lado opuesto a donde estaban los otros y retiró la silla para que yo pudiera sentarme.

Decidí hacerle caso, y mientras él servía dos platos de comida examiné casualmente la sala.

El lugar estaba muy ordenado, había un par de chamarras sobre unos muebles, pero nada más. No había armas a la vista excepto por la que sobresalía del tobillo de Eve y la que seguramente tenía Hunter escondida en algún lugar.

Axe se sentó frente a mí ignorando las miradas que le mandaba Eve desde el otro lado de la mesa.

En los dos "cuartos" que había entrado no había armas, más que la pequeña navaja, y tampoco estaban aquí entonces debían de tenerlas guardadas en algún lugar. Tampoco había visto mapas, así que era probable que estuvieran en el mismo lugar.

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