─ ¡Maldito manipulador!
Alex saltó un poco asustado por mi pequeño grito. Lo ignoré girando hacía la puerta dónde aún se encontraba Axe.
─ Me hiciste creer que todavía nos faltaba mucho para llegar.
─ Yo no dije nada de eso – respondió sin prestar mucha atención enfocándose en asegurar bien la puerta.
─ ¡Claro que sí! Tú dijiste que si tomaba el agua podría estar el resto del camino sin esta cosa atada a mi boca.
Caminó hacia mí totalmente tranquilo a pesar de mi arrebato. Puede que al pensarlo fríamente estaba exagerando un poco, pero si había una cosa que nunca había soportado era sentirme manipulada para beneficio de los demás.
─ Exacto. Yo nunca dije nada acerca de cuánto tiempo sería eso.
Al llegar a mí volvió a tomar mi brazo derecho. Fue hasta entonces que noté que había tenido unos segundos de libertad sin nadie sujetándome o apuntándome con un arma, ni siquiera me habían estado poniendo mucha atención. Quise abofetearme a mí misma. Pude haber aprovechado ese tiempo para encontrar algo para soltarme o que me sirviera para defenderme en lugar de estar discutiendo como una niña pequeña.
Me guio a través de toda la recamara llegando a el túnel que había visto antes.
Apenas se podía distinguir algo en la oscuridad, pero Axe caminaba sin dudar conociendo cada centímetro de este lugar.
Al pasar la primera salida entendí que eran distintas cuevas conectadas por el túnel que atravesábamos en este momento. Seguimos derecho hasta que Axe se detuvo. Forcé la vista, pero solo encontré oscuridad frente a mí.
Sentí al pelinegro moviéndose a mi lado y después una a una se prendieron una docena de lámparas conectadas entre sí iluminando una amplia habitación.
Había una pequeña cama junto a la entrada y dos armarios grandes a un lado de una mesa de plástico con fotografías y libros apilados.
Entramos y nos dirigimos al armario de la derecha. Lo abrió revelando mucha ropa de distintos estilos que era claramente de mujer. Esculcó libremente con su mano derecha negándose a soltarme en ningún momento.
Una fotografía al fondo de la mesa llamó mí atención. Eran Axe e Eve sonriendo felizmente sobre el césped. No se parecían al par de idiotas que me habían secuestrado.
─ Cámbiate.
Sus ojos azules me dejaban en claro que no estaba de humor para bromas. Tomé la pila de ropa que me ofrecía y esperé a que me soltara.
Tardo unos segundos más antes de finalmente liberarme de su agarre y liberar mis muñecas antes de girarse dándome algo de privacidad.
Me vestí rápidamente queriendo deshacerme de la ropa sudada y manchada que traía.
El pantalón era del mismo estilo que ellos y la camiseta blanca sin mangas se encontraba manchada y rasgada en algunas partes, pero me quedaba bien.
Tome la ropa que traía antes de la mesa, donde la había dejado ya doblada conforme me deshacía de ella. Una costumbre que me había dejado mi mamá. Y vi un pequeño cuchillo detrás de uno de los marcos de fotos que había. Lo tomé y lo metí rápidamente en uno de los tantos bolsillos que tenía el pantalón rezando para que no me cortara a mí por accidente.
─ Listo.
Sin necesitar nada más volvió a tomar de mi brazo arrancándome la ropa sucia con su mano libre y me condujo de nuevo a la primera cueva donde Alex esperaba sentado frente a una mesa de madera tecleando con velocidad en su computadora.
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Mi Hogar
Ficción GeneralEl fin del mundo no es tan divertido como en las películas, mucho menos cuando todos a tu alrededor parecen estarte ocultando esas pequeñas piezas que faltan para armar el rompecabezas. ¿Y algo peor aún? Sentir que solo puedes confiar en aquellos qu...