Todo empezaba bien, hasta que...

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-Oye chica, si quieres podemos caminar cinco kilómetros, junto a mi el tiempo se te pasará volando.
No puede ser, otro creído más.
- Para empezar me gusta más tu segundo nombre, Roberto, para seguir prefiero irme yo sola, tú puedes irte a tu casa, cada uno por su camino.
- Oye, para el carro, ante todo tengo modales de caballero, y como soy un caballero te tomaré la palabra, cuidado con los coyotes.
- ¿Coyotes?
-Por si no te has dado cuenta estamos en una carretera rodeada por un bosque.
- Hasta ahí llego. Pero, ¿hablas en serio?
- Sí, hablo muy en serio. Adiós chica carácter, lo vas a necesitar.
- Vete a la mierda. Si me muero quedará en tu conciencia.
- Podré con ello.

Hora y media después ya estaba en la entrada del pueblo, no daba para más, el muy hijo de su buena madre realmente me dejó sola, cree en las buenas personas decían, preferiría creer en una mierda envuelta con papel de regalo pinchada en un palo.
- ¡Mamá llegué!
Mi madre se llamaba Julia y era mi adoración, media uno sesenta, era rellenita, pero no perdía la figura.
- ¡Por fin llegas mi vida, nos tenías preocupados!
- Tranquilidad, ya estoy aquí.
- Alfalia no ha parado de llamar preguntado por ti.
- Ahora la llamo.
Siguí directa a mi habitación. Y llamé a mi mejor amiga:

- Michael, ¡por fin!
- Hola amiga hoy he tenido un día...
- ¡Cuéntame por qué volviste a por ese tío!
- Sólo quería saber su nombre, ya que él sabía el mío. Y justo en ese momento el bus vuelvió a ponerse en marcha. Fue un horror, porque él se ofreció a llevarme en su moto, sabes que las odio. Al final no me quedó de otra que aceptar, todo iba bien hasta que la moto se quedó sin energía ¡y el muy mal hijo no tenía repuesto! Me enfadé y le dije que cada uno por su camino y el cabronazo se devolvió camino a su casa y yo me fui sola hasta llegar al pueblo, ¡tuve que recorrer cinco kilómetros a pie!
- ¡Qué bombón de chocolate agrio!
- Lo sé, lo sé, desde hoy odio a los tíos.
- ¡Son la carne prohibida, nuestra manzana del pecado!
- Te tengo que dejar, voy a ducharme y quitarme toda esta mierda de encima.
- Chao.

Me metí a la ducha y salí a la media hora, me fundí toda el agua caliente, lo siento por mi hermano pequeño, Carlos, pero me merecía una buena ducha. Me puse mi pijama y me acosté a las doce.
- Despierta Michael.
- Hijo de puta, te arrancaré los huevos uno a uno.
- Michael, despierta estás soñando mongola.
- ¿Pero qué coño? ¿Alfalia?
Joder, menos mal que era un sueño, mejor dicho: era una pesadilla, una espantosa en la que Roberto me besaba. Estoy traumatizada después de lo de ayer.
- Hola Michael, te he traído tus bolsas con las compras de ayer, no te las pude devolver, ya sabes.
- Hola Alfalia, ¡gracias! Me lavo los dientes y ahora hablamos.
- ¡De acuerdo!
Estoy a mitad de mi limpieza bucal cuando me miro en el espejo, joder, ¡¿esa soy yo?! Puf, estoy espantosa.
- Ya he terminado. ¿Me traes planes para hoy?
- ¡Sí! Resulta que Tory hoy nos ha invitado a su casa.
Tory, en realidad se llama Anabel, le encanta el rock y también es guapa.
- ¡Genial! Me ducho y nos vamos, sírvete, come o haz algo mientras.
- Vale.
Una vez vestida con mi short blanco con detalles azules, mis botas hardcore, una camiseta manga larga negra, mi collar con forma de flor Shava, y como no, mis labios pintados de color rojo fuego, estuve lista.
- ¡Alfalia!
- ¡Dime!
- ¡En marcha!
- ¡Voy!
¿Que por qué gritamos? Pues verás es una costumbre nuestra desde hoy, en verdad ni yo lo sé.
- Vamos Michael.
- Vamos.
No se porque me entraron ganas de ver tiendas antes de ir a casa de Tory.
- Alfalia ven un momento, acompáñame.
- Vamos.
Había mucha ropa de todos los estilos, pero en vez de probarnos ropa en los vestidores, otra de tantas costumbres era echarnos fotos en él.
- Ya hemos terminado, en marcha.
Alfalia se giró y justo cuando íbamos saliendo...
- Mierda.
- ¿Qué pasa Michael?
- No me lo puedo creer.

¿Qué será lo que habrá visto Michael? ¡Seguid la historia y lo sabréis!


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