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Por primera vez después de un mes, no me senté en el mismo lugar de siempre, en la plaza frente a la casa de la mujer. Curiosamente tampoco Bastian, parecía que estuviéramos sincronizados, o pensáramos igual.

No sé cómo Bastian dio con la casa de la mujer, pero cuando pasé por allí, lo vi. Estaba sentado en la vereda, con la mirada hacia el balcón erróneo. Me paré en la esquina y lo observé. Observé cómo Soizic corría las cortinas y abría las puertas para salir al balcón. Llevaba, como siempre, una taza y un sobre de té en sus manos. Miró hacia abajo, hacia donde Bastian, y sonrió.

Bastian no se percató de eso, siguió mirando en balcón equivocado sin darse cuenta de que a donde él realmente quería, necesitaba mirar, era hacia arriba.

La mujer se sentó en el suelo, y tomó de su taza de té con cautela. Disfrutando plenamente cada sorbo. Una vez que el atardecer llegó a su fin, dando paso a la noche, ella encendió la luz. Y no encendió la radio, no escuché a Mozart. Volvió a salir al balcón, rompiendo su rutina. Y habló.

—Es extraño, después de tantos días observándome, que te hayas equivocado del lugar a donde mirar. —Lo sabía, siempre lo supo. A ella nunca se le escapaba ningún detalle. Bastian miró hacia arriba, y la observó. A pesar de que era de noche supe que se había sonrojado. No estaba orgulloso de observarla, aunque yo sí lo estaba, porque después de algún tiempo, aprendí a concentrarme y a realmente observar. Luego de un tiempo, logré darme cuenta de sus estados de ánimo con tan solo mirarla de lejos, yo sabía más de ella de lo que ella misma podría saber.

—Lo siento. —Bastian se paró, y yo me apoyé en una de las paredes de una casa. Luego me di cuenta que yo no debería estar allí, la miré antes de que ella girara su vista hacia la esquina en donde yo estaba. Y sé que siguieron hablando, mas no pude escuchar, ya había cruzado de calle. 

Para los íntimos, amor. |Bastian Schweinsteiger.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora