1. "Lo hice por ti"

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Pareja: Rivalshipping

Sus orbes violetas veían aquella gran máquina que se alzaba a metros delante suyo, era plateada con detalles azules, algo que denotaba a quien le pertenecía dicho aparato

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Sus orbes violetas veían aquella gran máquina que se alzaba a metros delante suyo, era plateada con detalles azules, algo que denotaba a quien le pertenecía dicho aparato.

Podía ver qué ya estaba lista para ser utilizada, aquello causo un dolor en su pecho y que su estómago se revolviera cuando vio al creador de está.

Seto Kaiba.

Los ojos azules del castaño le veían fijamente, probablemente esperando su reacción sobre lo que estaba viendo, algo irónico siendo que lo había mantenido oculto por tanto tiempo, siquiera sabría de ello sino fuera porque Mokuba noto raro que su hermano mayor estuviera tantas horas al día en ese sitio sin que nadie entrará.

Apretó sus nudillos con fuerza, un sentimiento que no conocía se arremolinaba en su interior, haciéndole dificultosa el habla.

Aún así, tomo todo el coraje que no sabía que tenía para decir aquellas cuatro palabras, aunque estás dolieran como el infierno.

- Esto se acabó, Seto - Escupió, logro ver cómo las facciones del más alto se endurecían al pronunciar aquellas palabras pero, no había vuelta atrás.

Lo hecho, hecho está.

- Debes estar bromeando.

- En lo absoluto - Murmuró, su mirada volvió a la máquina y nuevamente ese sentimiento lo golpeó, dolía tanto - Fui un tonto al creer que habías dado vuelta a la página, los chicos me lo decían y fui un tonto al no creerles.

Se abrazo a si mismo, recordando las palabras de sus amigos como dagas.

"Yugi, Kaiba no superará su obsesión por Atem", decían, "Yugi, Kaiba jamás te va a querer, él sólo piensa en si mismo y te va a lastimar".

¡Ya lo sabía, maldita sea!

Aún así, dolía saber que tenían razón; Seto estaba obsesionado con Atem de una manera no sana, no es que gustará del egipcio, sino que tenía esa obsesión enfermiza por seguir peleando con su rival de duelos.

Y el, por amor de dios, había peleado tanto porque este se fijara en él, porque lo considerase un rival digno, ¿y de que había servido?, ¿acaso solo había sido una inversión a mediano plazo para Seto?

Sintió las lágrimas arremolinarse en sus ojos, pero evito que alguna cayera.

No quería que lo viera de esa manera.

Vulnerable.

- ¡No me toques! - Espetó dándole un manotazo cuando esté intento tomar su brazo, dio tres pasos hacia atrás estableciendo nuevamente distancia con su novio - No quiero saber nada de ti, mentiroso, no quiero saber nada de tus inventos del demonio o de ti.

Trato de ignorar esa mirada que le dirigía el castaño, una mirada que le hacía sentir la peor escoria del mundo, como si todo aquello fuera su culpa, porque Seto podía hacer tantas cosas con él con una simple mirada.

Lo tenía completamente a su merced.

- Me voy de aquí - Informó dándose la vuelta - No me llames, Kaiba - Exigió antes de emprender el camino de regreso.

Tendría que decirle a Joey que le dejara dormir unos días en su departamento, no se sentía lo suficientemente bien como para ir a la casa del abuelo y decirle que, en efecto, el idiota de Seto Kaiba era un maldito que había jugado con sus sentimientos para tener algo con que distraerse mientras creaba una máquina para ir a pelear con su verdadero rival.

Aquello sonaba demasiado patético y no quería sentirse patético a tal hora del día.

- ¡Detente! - Exigió el castaño tomándolo del brazo, obligándolo a verlo, vio sus ojos cristalinos y deseo ir con un oculista, porque Seto Kaiba jamás tendría los ojos de esa manera - Todo esto lo hice por ti, para traer al idiota del faraón, para hacerte feliz.

- ¿Lo hiciste por mi? - Cuestionó, se soltó del agarre solo para encararlo frente a frente, porque no era un cobarde que diría las cosas a espaldas del castaño - ¿En qué jodido momento te dije que quería que Atem volviera? - Preguntó nuevamente, ahora podía identificar ese sentimiento que atacaba su ser.

Era rabia.

- ¡¿En qué momento te pedí que hicieras está maldita máquina, Seto?!, ¡¿en qué instante te dije que deseaba que Atem volviera a nuestro tiempo?! - Exigió empujando al castaño, sintiéndose molesto, enfadado y cualquier otro sinónimo de la palabra al ver qué el más alto no decía nada.

Cómo si estuviera mudo.

- ¡Estás tan obsesionado con Atem que no sabes siquiera lo que dices!, ¡¿pensaste en algún momento lo que haría Mokuba si esa maquina no funciona y te hace algo?!, ¡¿o si funciona y te vas?!

Su vista se nublo por unos instantes, los mismos que tardo en limpiar las lágrimas que caían por sus mejillas.

- ¿En algún momento pensaste...en mi?, ¿en el dolor que me causaría que te suceda algo o que no regreses?

No espero alguna respuesta de él.

De todas maneras, ¿qué era lo que esperaba de alguien como Seto Kaiba?

Sólo fue un estúpido iluso, fue un soñador como Pícaro y finalmente sus alas se quemaron para hacerlo caer de picada en la realidad.

La dura y cruel realidad.

- Piensa en Mokuba, es un buen chico, él no se merece esto - Murmuró, sus dedos se extendieron y tocaron por última vez la mano del castaño al que había entregado su corazón.

Permitió que las lágrimas fluyeran.

Porque lo había amado demasiado y había anhelado tanto que ese amor fuera recíproco, aunque fuera por un instante.

- Haz tus tres comidas diarias e intenta dormir seis horas al menos, tu taza de café...tu taza de café debe tener dos cucharadas y media, no más, no menos, así te gusta - Contó hasta diez, tratando de que su voz no se entrecortara - Si vas a ir, lleva un sombrero, el desierto es muy caluroso y te podrían salir ronchas nuevamente por andar mucho tiempo en el sol.

Permitió que el dolor que sentía en su pecho se hiciera transparente a los ojos del más alto.

Haciéndolo ver cómo ese niño llorón de dieciséis años que alguna vez deseo tener amigos de verdad.

- Adiós, Seto...nunca olvides que te amo demasiado - Musitó en señal de despedida, soltando la mano del más alto.

Se dio la vuelta y salió de las instalaciones de Kaiba Corp.

Y, en esta ocasión, Seto no lo detuvo.

Sintió las lágrimas caer sin algo que las detuviera ahora.

Eran sólo las tres de la tarde.

Y se sentía tan patético.

Y se sentía tan patético

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Angstruary (Yu-Gi-Oh)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora