Capítulo 5.

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Frank

Llego a casa de Arnold y él me abre casi en seguida. Entro a su casa sin que él me invite y cierra la puerta detrás de mí.

—   Tenemos que hablar — Es lo primero que digo — Es sobre Michael.

Rueda los ojos.

—   ¿Él de nuevo? Ahora qué pasó con él.

Le hago una seña hacia su habitación. Caminamos hacia ahí y el cierra la puerta.

—   Fui a casa de Alex.

—   Vaya, trabajas rápido.

—   ¡Ahórrate tus comentarios!— Grito, exasperado — fui con la excusa de llevarle la tarea de las clases a las que no entró. Incluso traté de convencerla para que fuéramos equipo en historia.

—   Pensé que yo sería tu equipo — Intenta parecer herido llevándose la mano al pecho y usando un tono ofendido.

—   No salgas con eso ahora, ¿quieres?

—   Ya, ya. Está bien. Dime qué tiene que ver él con todo esto. O más importante aún, ¿qué tiene qué ver todo esto conmigo?

—   Me vio con ella y nos interrumpió. Dijo que él sería su compañero. — Sigo, ignorando su comentario.

—   No veo el problema.

—   ¿Que no ves el problema? — Estoy comenzando a molestarme en serio. Me dejo caer sobre la cama y tomo una almohada para estrangularla, pensando que aquel trozo de tela es Mikey — El problema es que ahora no dejará que me acerque a ella. No sé cómo hacer para cumplir con la apuesta con él de por medio.

—   Tranquilízate. Al fin y al cabo eres tú, ¿no? Ninguna se te resiste. — No se molesta en ocultar su tono burlón.

—   Es cierto, pero si él está cerca evitará que haga alguna de mis movidas.

—   No veo porqué te preocupa tanto.

—   También tengo a Angie encima —. Digo desesperado. Tiro la almohada a un lado, me levanto y comienzo a caminar de un lado a otro por la habitación. — Esto será más difícil de lo que creí. — Digo más para mí que para él.

Él parece bastante divertido, como si le estuviera contando un chiste. Claro, como el que perderá su guitarra favorita y no irá a ese concierto si pierde soy yo…

Le miro amenazadoramente. Parece captar la idea, pero sigue riendo levemente.

—   Aunque me beneficia que pierdas, te ayudaré porque soy un gran amigo. — Me tiro en su cama de nuevo y me tapo la cara. Me desespera que sea tan sarcástico conmigo en una situación así —Si esa pelirroja está tan loca por ti, podría ayudarte. Úsalo a tu favor. Por lo que he oído, la amiga de esa chica está loca por Mikey, ¿Cuál era su nombre…?

—   ¿Jazz?

—   Ajá. Esa misma.

—   No lo sé. Ellas están locas. No es como que odie taaaanto a Mikey — Me siento en la orilla y lo miro. Acerca una silla de su escritorio y se sienta frente a mí.

—   Como sea. El punto es que puedes usarlo a tu favor, sólo piénsalo.

Me quedo con él jugando videojuegos. No sé durante cuánto tiempo, pero cuando me despido de él ya está oscureciendo.

Al llegar a mi casa no encuentro a mis padres. Voy a la habitación de Sami.

—   Oye, enano, ¿estás bien?

Mi Dama Del DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora