Frank
El resto del fin de semana estuve buscando una estrategia para separar a Mikey y a Alex y hacer que ésta cayera.
Estoy consciente del tiempo que pierdo. El concierto está a tan sólo tres semanas y no puedo retrasarme más. Debo hacer cualquier cosa para ganar la apuesta y mantener a Betsy conmigo.
El domingo llega esa oportunidad que necesito. Una fiesta. En casa de Charlie. El viernes. Ángela saldrá de la ciudad con sus padres por un asunto familiar o algo así. No puedo creer en mi suerte.
Llamo a Jazz y la pongo al tanto de los acontecimientos. Juntos ideamos un plan que, aunque basado en varias malas películas y programas de televisión viejos, podría funcionar si sabíamos cómo llevarlo a cabo.
El lunes la noticia de la fiesta anda de boca en boca por toda la escuela. Como es de esperarse, Angie se ve de mal humor por no poder asistir.
Mikey sigue sin despegarse ni un solo instante de Spencer. Pero eso ya lo he anticipado.
Según tengo entendido, Alex tiene una clase libre antes de Historia (no es precisamente que no tenga clases, si no que prefiere no entrar pues es educación física y eso significaría una hora de tortura con el equipo de vóley bol, en especial con su capitana) y, aunque no estoy seguro de que ella regrese al lugar donde la encontré la vez del puñetazo (que por cierto aún me duele un poco en el orgullo), fingiré sentirme mal para no tener que entrar a clase, buscarla e invitarla a la fiesta.
Ella se negará.
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A la hora de física, Arnold se encarga de que la profesora Margo crea que estoy en la enfermería, entregándole un justificante (falso, claro está).
Estoy seguro de que Mikey lo encontrará algo extraño. Él conoce muy bien nuestras artimañas, y sabe que algo nos traemos entre manos. Pero no tiene ni idea de qué se trata. Espero que siga sin saberlo. Al menos por un buen tiempo.
Salgo del salón y, con cuidado de que nadie me vea, voy directo al patio. Creo que revisaré primero el lugar donde suele pasar el tiempo. O solía pasarlo, porque al llegar, el lugar está vacío.
Me siento en una banca en medio del patio de la escuela que, a esta hora, suele estar muy vacío porque la mayoría de los alumnos normales están en clases. La otra parte, bueno... O son chicos problemáticos que fueron castigados y sacados de su salón de clases, o están perdiendo tiempo, como yo.
Después de casi diez minutos, que me parecieron unas largas horas sin hacer nada en absoluto más que pensar en dónde podría encontrarse además del baño, se me ocurre un posible lugar donde podría encontrarla. Ahora que pasa tanto tiempo con Michael, seguro que conoce ése lugar.
Nos llevó una vez, diciendo que era un espléndido lugar para pasar el rato, pero a nosotros (me refiero a Arnold y a mí) no nos gustó. Estaba demasiado aislado de todo y de todos, pero es algo que a él no le importa. Nunca le ha gustado llamar mucho la atención, pero estando con nosotros, si no le tomó aprecio, al menos se acostumbró a ello.
Llego a la puerta de ese salón tan destartalado y abandonado al que nadie le presta atención. La puerta está abierta, pero eso no es de extrañar, pues la cerradura está oxidada y rota.
Escucho una voz que llega desde el otro lado del salón. No, fuera de éste, en el jardín que está detrás.
Es Alex. Está ¿cantando? ¿En serio? Bah. No es gran cosa. Canta lindo, sí. Pero, ¿qué más da? Lo que me llama la atención es que la canción que canta parece ser de My Chemical Romance. No es que no me guste la banda, de hecho me gusta mucho, pero es raro porque siempre pensé que ella era del tipo a la que le gusta más otro tipo de música. No sé exactamente cual, nunca me he detenido a pensarlo.