Alex
Con tanta gente, ruido, y atracciones por todos lados, me parece algo intimidante e irreal.
Yo nunca antes he estado en una feria ni nada parecido. Mi mamá jamás me llevo a una. Ella no me llevó a ningún lado, de hecho, pero Mikey no tiene porqué enterarse.
Al llegar, quedo impresionada: niños tirando de la mano de sus padres, otros corriendo por ahí con un helado o un algodón de azúcar, juegos mecánicos (algunos a los que no pienso ni acercarme) y puestos de toda la comida chatarra que puedas imaginar.
Primero vamos dar una vuelta. Me mantengo un poco alejada de Mikey, un tanto cohibida.
- ¿A dónde quieres ir primero? - Pregunta.
- No lo sé, ¿qué te parece...? Humm... - volteo hacia todos lados, intentando ver algo que llame mi atención.
Veo una montaña rusa que no parece muy grande o intimidante. Nunca me he subido a una, pero siempre he querido hacerlo. Un montón de historias cruzan por mi mente. De libros leídos. Donde una atracción como ésta ha unido a muchas personas. Pronto me deshago de esas ideas tan tontas y tímidamente apunto con la cabeza hacia el juego mecánico que está a lado de un puesto de palomitas de maíz.
- ¿Quieres comer primero?
Me rio.
- No, tonto. A la montaña rusa.
Él levanta una ceja, incrédulo, pero divertido.
- Eres valiente.
Me encojo de hombros.
- Bueno, no parece muy grande o peligrosa.
Él sacude su cabeza de un lado a otro, riendo. No dice el motivo, pero va hacia la taquilla y consigue dos tickets. Hacemos fila, y al llegar nuestro turno estoy más que nerviosa. Nos aseguran al asiento y cuando el carrito avanza con una sacudida, salto de mi lugar por el susto.
- ¿Sabes? Ésta es el juego más grande de la feria. - lo volteo a ver alarmada, con los ojos completamente abiertos. Espero que sólo sea una broma - No parece mucho desde allá - señala hacia donde estábamos tan sólo unos minutos antes. No me había fijado en lo alto que estábamos ya. Esta definitivamente no se parece a lo que había visto antes - pero ya ves que es muy alta.
- Pero esta es otra montaña. Yo lo vi.
- No, eso parece, pero en realidad es la más grande y rápida. Parece pequeña porque pasa por un túnel, y ya no se ve más allá. Tranquila, no te pasará nada. Lo prometo.
- ¿Por qué no me dijiste todo esto antes de subir?
- Porque sabía que te arrepentirías. Fue una buena decisión que no comiéramos antes de subir.
Calla y mira hacia el frente, con una sonrisa de lado. Al mirar yo también, me doy cuenta de que ya estamos en lo más alto. Cierro los ojos.
Siento como mi estómago sube hasta mi garganta. Todo se revuelve en mi interior, pero no es una mala sensación, de hecho es muy divertido.
- Sube las manos
Grita Mikey por encima del ruido de los rieles, la gente gritando, y el viento.
Lo obedezco, levantando poco a poco las manos. Sin darme cuenta ya tengo los ojos abiertos de par en par y grito de alegría. Hacía tanto que no me sentía tan viva.
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Después de comer algodones de azúcar y un helado de frambuesa; subir a todos los demás juegos e incluso jugar "atínale al blanco", nos dirigimos de nuevo al coche de Mikey. Yo aún estoy riendo de todo lo ocurrido ese día, con un unicornio que él ganó para mí lanzando dardos.