Capítulo 2.

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Alex

Estúpido tipo. Es un arrogante y narcisista. Y para variar, me tiene lástima.

Lo último que quería era dirigirle la palabra, pero al ver a Jazz, la mejor amiga de Angie, traté de que pareciera que lo odio, aunque claro, eso está muy lejos de ser mentira.

Salgo apresuradamente del salón y corro al baño a ocultarme durante mi hora libre, como siempre.

Desde dentro del baño se escuchan las voces que vienen del pasillo. Trato de captar las voces de Angie sus amigas, y lo único que oí fue esa molesta voz de nuevo.

—   Alex

—   Esa chica Alex es algo extraña. No habla con nadie, no tiene amigos ni perro que le ladre. Amigo, podría jurar que nadie la ha tocado nunca. Apuesto lo que quieras a que es virgen.

—   Olvídalo — dijo algo más que no alcanzo a escuchar por el ruido habitual que causan los estudiantes saliendo de clases —¿la has visto bien? No es la más delgada precisamente, y te aseguro que no llena una copa A.

Es lo último que escucho antes de entrar a un cubículo.

Las lágrimas amenazan con salir y no puedo permitirlo. No sé porqué me afecta tanto. Es verdad. Yo lo sé. Todos lo saben. Él lo sabe. No debería molestarme que sea sincero.

De mi mochila saco a mi única amiga. Subo la manga de mi sudadera, la coloco sobre mi muñeca y hago un corte poco profundo.

Mientras la sangre sustituye las lágrimas, siento como todos esos estúpidos sentimientos se van con el líquido rojo brotando de mi muñeca. Vuelvo a colocar la navaja, ahora mi abdomen, mi estúpido y gordo abdomen, y después otro más. Y otro. Cada uno más profundo que el anterior.

No sé con exactitud cuántos cortes son, pero eso no importa. Guardo a mi vieja amiga de nuevo en la mochila y salgo del cubículo.

Justo en ese momento entra Ángela. Me quedo helada.

—   Mira Jazz, justo a quien queríamos ver, ¿no es así?

Retrocedo instintivamente, pero sé que es inútil. Encerrarme de nuevo no servirá de nada.

—   Ella me dijo que has estado de zorra con mi Frank. — hace especial énfasis en “MI”.

—   N-no. Eso no es cierto. Lo juro. El profesor… Traté de convencerlo de que me dejara trabajar sola.

—   ¿En serio? Porque a mí me dijeron otra cosa

—   No, lo juro. Yo…

Sólo siento su mano sobre mi mejilla.

—   Por favor. Yo no hice nada.

—   Cállate, pequeña zorra. Deberías saber que arrastrarte no te servirá de nada— su tono calmado sólo me asusta más— Él me ama a mí y yo a él. Además, ¿Qué eres tú comparada conmigo o con ellas? — señala a sus otras amigas-Ahora, te enseñaré a respetar lo mío.

Avanza hacia mí y me empuja. Siento como mi cabeza golpea con la pared detrás de mí y caigo al suelo.

Se agacha hasta quedar cerca de mí. Agarra mi cabello y me jala hasta que quedo casi a la altura a la que ella se encuentra.

—   Escúchame bien estúpida. Aléjate de Frank. No quieres conocerme enojada.

Deja caer mi cabeza contra el suelo y se levanta. Me da una patada más en las costillas como despedida y sale del baño con sus amigas, todas riendo.

Mi Dama Del DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora