El Solitario Ser Inmortal [GiyuuShino]

Prólogo

"Si un espíritu habita algo que ha estado en contacto con la sangre de un humano, se convierte en un Ser Inmortal. Cómo una espada, con la sangre de una guerra. E incluso con la sangre de su propio dueño. Y solo la novia del Ser Inmortal será capaz de sacar esa espada. Cuándo la extraiga volverá a la nada, y al fin descansará en paz."

— Por supuesto, un trato cruel para el Ser Inmortal. Despertar para ver que se ha convertido en un Ser Inmortal que existe en todos lados y en todo el mundo. Y ... — la risa de la bonita mujer interrumpió lo que decía, haciendo que suspirara pero sin abandonar su apacible sonrisa y suave tono le preguntase.

— ¿Por qué te ríes?

— Señora, ¿acaso estaba a punto de decirme que soy la novia del Ser Inmortal, la elegida? — preguntó la mujer con una sonrisa de oreja a oreja, mientras revisaba las baratijas que tenía repartidas por la manta.

— Aunque ahora sea vieja y de cabello canoso fui un hombre muy hermosa, no te sorprendas si un día no estoy cuándo quieras volver.

— Uh, que celos.

— Deberías ser más agradecida niña, te hago descuentos de las espinacas y las lechugas.

— Y se lo agradezco señora. Por cierto, creo que esa historia es realmente triste. Cómo una maldición romántica. ¿Encontrar a su novia para luego desaparecer? Dios es muy cruel.

— Siempre ha sido cruel, egoísta y celoso. — le respondió con seguridad, ordenando las baratijas y las verduras que vendía en aquel puente. La sonrisa de la mujer menguó un poco, mirando lo que hacía.

— Eso me recuerda que me dejaron. Bueno, ya me tengo que ir. Espero que venda mucho y siga por aquí por si regreso. — la mujer se puso de pie dispuesta a irse, pero la detuvo tomandola del brazo para darle una advertencia.

— Cuándo la vida frente a tus ojos pase, debes suplicar una gran misericordia. Tal vez, un dios con una debilidad pueda estar escuchándote.

París, 1968.

Caminaba tranquilamente por las calles de la ciudad cuándo finalmente vislumbró la casa que buscaba, así que se posicionó junto a la entrada a esperar. Al escuchar los pasos del muchacho que huía apresurado lo detuvo extendiendo un brazo. El muchacho retrocedió al notarlo, tenía una herida en la comisura de la boca y unas prominentes ojeras junto a un ojo morado, la expresión lastimera parecía no abandonarlo nunca.

— No te recomiendo eso. Si huyes de casa ahora terminarías con personas peores, no volverás a ver a tu madre.

— ¿Qué le sucede? ¿Me conoce? — preguntó el chico intentando sonar amenazante.

— Soy una persona complicada. Ahora es tu turno. Dícelo directamente. "Usted es mi padre, me adoptó, así que ya no me golpee." Pídele ayuda a tu madre, dile que sufres. — le respondió mientras movía una maceta de tamaño mediano para ponerla frente al escalón del portal.