Capítulo 3

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Tokyo, 2016

El día se había vuelto lluvioso y la temperatura comenzaba a bajar. Shinobu ya había salido de la escuela e iba camino a casa, cubriéndose con la capucha de su sudadera a falta de una sombrilla. Con los auriculares puestos, ignoró los llamados de una mujer con vestido blanco que insistía en hablarle.

— Oye tú, sé que puedes verme. Ven un rato conmigo por favor, me siento sola. — Se quejaba la mujer mientras desaparecía y volvía a aparecer a su lado. — Oye, ¿por qué me ignoras si me ves? ¡Oye! — La mujer apareció sorpresivamente frente a su rostro y gritó con un chillido que traspasó la música que escuchaba, haciendola sobresaltarse, quitarse el audífono izquierdo de forma agitada y cerrar los ojos con fuerza.

— ¿Te volviste loca?

— Ah, sí me veías. — Comentó la mujer fantasma con tono burlón y logrando que ella frunciera el seño. De un momento a otro la mujer miró hacia el frente y mostró una expresión de total pánico, disculpándose repetidamente con ella para luego desaparecer atravesando uno de los muros que estaban a los lados de esa calle y dejando a Shinobu bastante confundida.

— ¿Por qué se disculpa de repente? — Se preguntó para sí, sin embargo no le dio muchas vueltas al asunto y volvió a acomodarse los audífonos y seguir con su camino.

Cuándo levantó la cabeza, entre el mar de sombrillas que transitaban por allí, un hombre en particular que venía en dirección contraria, llamó su atención. Era muy alto, el cabello negro le caía en la frente y tenía unos hipnóticos ojos azules, y era guapo, muy, muy guapo, luciendo un outfit completamente oscuro cómo si de un modelo se tratara. El tiempo parecía haberse detenido cuándo el guapo hombre la miró a los ojos y se mantuvieron en ella hasta que se cruzaron y cada quién siguió la dirección en la que iba.

Lo más llamativo de él y que la había sorprendido muchísimo, era la espada que tenía clavada en el pecho.

 Giyuu estaba sentado en la silla cabecera de la larga mesa en el enorme comedor de su mansión, la casa estaba solitaria y a oscuras, permitiendole unos momentos para meditar mientras observaba sus manos posadas en su regazo

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Giyuu estaba sentado en la silla cabecera de la larga mesa en el enorme comedor de su mansión, la casa estaba solitaria y a oscuras, permitiendole unos momentos para meditar mientras observaba sus manos posadas en su regazo. El sonido de un encededor le hizo levantar la cabeza, viendo a Urokodaki prender unas velas encima de la mesa.

— Ni siquiera encendió una luz. — Le comentó Urokodaki a la vez que Giyuu se enderezaba, recargando los codos en la madera de caoba.

— Tan solo pensaba en algo.

— Aquí están las cosas que pidió, señor. — Urokodaki extendió una carpeta hacia él, contenía varios documentos y un pasaporte.

— Entonces...

— Ha sucedido, mi señor. Tanjiro y Nezuko han cumplido 25 años ya. He movido muchas piezas para que pueda irse a fin de mes. Si el momento ha llegado al fin, será la última vez en mi vida que lo vea. — La voz de Urokodaki se oía meláncolica, haciendo que levantara su vista de los documentos para mirarlo. Un deje de tristeza en los amables ojos del anciano. Giyuu sintió un nudo en la garganta, sus ojos humedeciendose y picándole en las esquinas.

El Solitario Ser Inmortal [GiyuuShino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora