Capítulo 4

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Giyuu escuchó una voz en su oído, el eco lejano de una petición y su piel comenzó a despedir humo, cómo si se estuviese quemando, o más bien, cómo si fuese una vela consumiendose, ya que no había ardor o dolor alguno, sino, la sensación tirante de que debía ir a algún lugar de manera inmediata. La voz, más que hacer una petición, parecía quejarse en un lloriqueo.

— ¿De verdad quieres que me llueva encima ahora? ¡Ni siquiera es temporada de lluvias! ¿¡Dejará de llover alguna vez!? ¡No tengo una sombrilla propia para cubrirme y sigues haciendo que caiga agua! — Giyuu siguió el sonido de la voz llorosa y la tirantez de la plegaria, llegando en un parpadeo hasta una playa dónde observó la espalda de la joven sentada en la orilla del rompeolas de piedra.

—¿Llamaste? — Le preguntó, notando la sorpresa en el rostro de la chica por la repentina aparición.

— ¿Me habla a mí? ¿Por qué? — Cuestionó ella bastante confundida. Se puso de pie y se acercó unos pasos a él, para luego mirar a todos lados y señalarse a sí misma. — ¿Es a mí?

— Sí, contigo. ¿Lo hicisite? — Giyuu estaba igual de confundido que ella. Sí, siempre había sido capaz de escuchar las plegarias de los humanos, pero hasta ese momento, nunca se había visto obligado por su propio cuerpo a ir a ningún lugar.

— ¿Qué cosa?

— ¿Fuiste tú quién me convocó?

— No convoqué a nadie.

— Me convocaste, sí. Quiero saber cómo lo hiciste. — Aseguró él, intentado comprender el misterio de aquel suceso, observando las expresiones de la chica y buscando alguna mentira en lo que decía.

— ¿Y cómo cree que haría eso? En serio, no hice nada.

— Te digo la verdad. Intenta recordar cómo.

— Está confundido señor. No lo convoqué, en serio. Solo nací con el poder de ver los espíritus. Tal vez el otro día que nos vimos provocó esto. — Le respondió ella con una media sonrisa, lo que le hizo recordar que en efecto, la había visto antes. — ¿Cree que sea por eso?

— ¿Y qué pasa si me ves?

— Creo que usted murió, señor. Veo fantasmas, ¿comprende? — Le explicó ella con paciencia. De ahí venía esa naturalidad al hablar con un desconocido, ella lo confundía con un espíritu. Aún así, era molesto que un Ser Inmortal no fuese reconocido cómo tal, sino cómo un mero fantasma errante.

— No estoy muerto.

— Y siempre dicen lo mismo. — Comentó ella con ligera burla, para luego mirarlo a los ojos y suspirar. Sus ojos eran grandes y expresivos, con un bonito color lila. Giyuu estaba más confundido acerca de aquella chica de la cuál no podía ver lo que siempre veía en los demás.

— ¿Cuál es tu nombre? ¿Por qué no puedo ver lo que hay frente a ti?

— ¿Qué es eso?

— Tus veintes, sesentas. Tu futuro.

— Tal vez, porque no existo. — Respondió la chica con voz melancólica, su rostro parecía a punto de llorar, y eso cambió con rapidez. — ¿Señor, antes de morir era un especie de adivino? ¿Un estafador? ¿Mi futuro? Cómo no.

El desdén en su voz lo había irritado bastante.

— ¿Estafador? ¿Por qué?

— Vaya hacia la luz, señor. Pasear por mucho tiempo no es algo lindo. — Ella le regaló una sonrisa alentadora, y luego dirigió su mirada al ramo de flores de trigo que aún tenía en su mano. — ¿Esas flores son para mí ?

El Solitario Ser Inmortal [GiyuuShino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora