Capítulo 1

425 34 13
                                    

Tokyo, 1998

Vestido todo de negro cómo requería su labor se encontraba frente al paso peatonal dónde debía realizar su trabajo del día y cuándo escuchó el ligero sonido de las llantas rozando el pavimento caminó para plantarse en medio de la calle causando que el auto que esperaba lo chocase, pero por supuesto, no le hizo ni un solo rasguño, ni siquiera lo movió de su lugar. No puede decir lo mismo del vehículo, ya que el capó, parachoques y parabrisas quedaron destrozados al impactar contra él. Del auto salió un hombre, que lucía aturdido por el repentino choque, tenía un ratsro de sangre bajando por su sien y cogeaba de una pierna, se le acercó con la clara intensión de quejarse e insultarlo.

— ¿Qué te pasa desgraciado? ¿Acaso estás ciego o qué? Parece que tienes ganas de....de morir. — En el segundo en que finalmente se dio cuenta de lo que había pasado detuvo su diatriba, retrocediendo un paso y preguntando con cierto deje de miedo. — ¿Quién eres?

— Un ciervo. — Le dijo mientras lo encaraba y le miraba a los ojos.

— ¿Disculpe? — Caminó dos pasos y se aseguró de que sus ojos hicieran contacto.

— Eso, fue lo que golpeó tu auto. — Respondió, colocándose el sombrero que traía en la mano y despareciendo de su vista con un rastro de humo negro. En ese mismo instante otro auto se detuvo frente al "accidente" y un hombre se bajó de el, acercándose al otro que seguía mirando a la nada.

— ¿Se encuentra bien? ¿Llamo a alguien? — Al escuchar la pregunta el hombre reaccionó, mostrandose entre aturdido y desesperado.

— Es que... golpee a un animal, un ciervo. Salió de nada cuándo venía en mi auto.

— ¿Un ciervo a media calle en Shinjuku? Eso no es posible amigo, no estamos en Nara. — De pronto se escuchó un grito proveniente de las personas que se habían acercado a ver el accidente y notando la realidad de lo que había en la cajuela del automóvil. Una de las mujeres que observaba la cajuela lucía confundida y no pudo evitar la sorpresa y el terror que la sobrecogió al darse cuenta de que se estaba viendo a sí misma en la cajuela del auto, cayendo al suelo bruscamente.

— ¿Esa soy yo? ¿Por qué estoy ahí? ¿Qué me pasó?

— Kanamori Haruka. Nacida en el año del buey, el 15 de abril. 25 años. Hora de la muerte, 8:32 am del viernes. Esta es la información de la fallecida. — La mujer volteaba a verlo lentamente mientras pronunciaba cada palabra. Se agachó a su altura para que lo viera a los ojos al preguntarle. — Respondame, ¿es usted?

Kanamori Haruka estaba sentada frente a él, observando todo a su alrededor mientras él servía una taza con té caliente y lo colocaba en el portavasos de madera, ofreciéndoselo.

— Beba este té. Así no recordará lo que sucedió en su vida. — La joven observó la bebida de forma dudosa, acariciando el borde de la taza con el pulgar.

— Digame que pasaría si no tomo este té.

— Se espera que usted llegue a lamentarlo. Deje en la tierra, los pesares de esta vida. — Respondió con suavidad, pero a la vez con el nivel de firmeza suficiente para hacerle saber que era lo mejor tomarlo. Ella asintió brevemente, bebiendo el té y saliendo por la misma puerta por la cuál había entrado. Luego de que se hubiera quedado solo, lavaría la taza y la colocaría en el gigantesco estante dónde tenía guargadas el resto de tazas para té.

Mientras se colocaba su sombrero para salir al próximo trabajo, notó asombrado cómo alguien veía hacia el interior de su casa de té, cuándo se suponía lo único que los humanos normales podrían ver sería un gran muro de piedra. Al darse cuenta de quién realmente era no evitó susurrar.

El Solitario Ser Inmortal [GiyuuShino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora