II

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Takemichi Hanagaki estaba de pie frente a la lápida de la mujer que alguna vez fue su todo, hacia años que está había partido y había dejado el sabor del abandono gravado para siempre en el cuerpo del joven

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Takemichi Hanagaki estaba de pie frente a la lápida de la mujer que alguna vez fue su todo, hacia años que está había partido y había dejado el sabor del abandono gravado para siempre en el cuerpo del joven.

Hinata Tachibana de hermosos ojos chocolates vibrantes y hermoso cabello coral, su mejor amiga, su casi hermana, su compañera de clase y la chica que lo apoyaba en todo.

Hubo un cierto tiempo en que la dulce Omega se había colado en cualquier célula de su cuerpo y lo había hecho arder por amor, amor puro y verdadero.

Ese amor había llegado hasta que recibió la noticia de que el también era un Omega y Omega y Omega no estába permitido, después de eso el lazo entre los dos en vez de caer se habia hecho tan grande que los celos los pasaban juntos y los nidos eran algo íntimo que compartían entre ellos.

Eso fue hasta que una tarde después del colegio la banda de Mobius los había atacado al salir del colegio. Las bandas eran el pan cada día en las concurridas y estrechas calles del lugar donde tenían la dicha de vivir.

Bandas grandes como los Dragones Negros o como la Tokyo Manji, lo sabía porque el había sido esclavo de ellos hasta que les plantó frente y aunque le partieron la madre al final salió ganando después de asfixiar a su contrincante.

Esa tarde la banda los había puesto contra las cuerdas y habían intentado violarlos entre varios hombres, Takemichi había dicho que podían hacer lo que quisieran con su cuerpo mientras ella pudiera irse.

Ellos no habían aceptado la oferta y luego de eso el infierno se había desatado, con las ropas rasgadas y saliva nauseabunda en sus cuerpos los dos se habían rendido a pelear con aquél grupo de alfas.

Eso hasta que Takemichi tomo un botella del callejón y con esa misma golpeó al ladrón, lo golpeó tanto que este calló desmayado y después de eso el instinto sobreprotector había nacido.

Golpeándolos a todos y demostrando la casta como Omega dominante saliendo a flote, había creído que había ganado la batalla cuando el ensordecedor sonido de un arma descargándose había llenado el espacio y luego el cuerpo de su amiga había caído en el suelo como un costal de papas con una bala entre medio de sus cejas y sangre saliendo de ahí, ahí es cuando todo el mundo de Takemichi Hanagaki se quebró.

Los hombre aterrorizados veían la escena, el alfa que había matado a su amiga gritaba que el no quería hacerlo, que era la culpa de ella por tratar de escapar, que era inocente, gritaba y gritaba mientras la cabeza llena de recuerdos y sonidos agobiantes llegaban como luces segadoras a su pequeño cuerpo.

Paralizándole, haciendo encoger su anatomía y enviando descargas de dolor hacia todo su cuerpo, las sirenas sonaban y pronto los gritos de los maleantes tratando de escapar es lo que podía oírse.

El sólo alcanzó tomar el cuerpo de su amiga y empezar a llorar como un maldito niño, el miedo, el dolor, la respiración, todo llegaba y luego se iba de golpe, no entendiendo que pasaba, pensando que era una broma llamaba en un llanto desgarrador el hablar de la persona muerta sobre sus brazos.

Tiempo paso y para el fue como segundo cuando gente vestida de azul y negro lo envolvían y le obligaban alejarse del cadáver, el manto blanco sobre el cuerpo sin vida de su amiga del alma fue de las escenas mas desgarradoras de su vida.

Muerta sobre el asfalto como si no valiera nada, hacia había quedado Hina, dejando de tener 14 para toda la eternidad, rompiendo con los sueños y anhelos de un futuro brillante, algo que una persona tan buena como ella nose merecía, Takemichi había gritado y pataleado que lo soltara y no lo separaban de su amiga, hasta que dejó de luchar y se entregó a la oscuridad que envolvía su corazón con el pensamiento de todavía aquella pesadilla no había terminado.

Hinata tenía un alfa en su vida y a pesar de la edad estaba mordida, tenía un lazo con alguien y conocía esa relación lo suficiente como para saber que la muerte de Hinata golpearía cada fibra de aquella persona.

Cuando uno de los dos moría y eran una pareja establecida completamente tanto en cuerpo como en alma, alfa y Omega no podían vivir sin su otra parte, algo triste y desolador.

Eso sólo significaba una cosa, aquella persona también había partido de su lado, haciendo que el dolor de perder dos amigas a las cuales quería más que a su propia vida fuera más agobiante

Emma Sano había muerto también.

Emma Sano había muerto también

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