8.

34 7 0
                                    


Un miedo inmenso al pensar extrañamente que no podría alcanzarlo viendo como continuaba alejándose hizo que entrara en pánico, corriendo hacia él jalandolo, ahora otra vez su camisa, bruscamente hacia abajo casi resbalándome aún sin soltarlo hice que cayeran sus libros.

—Oi, ¿que haces? —molesto intento apartarme— Dejame.

Antes que empujara mi brazo se detuvo al verme exhalando e inhalando sin parar.

—¿Estas muy cansada...? —suavemente apartó mi mano haciendo que me incorpore y siente en el escalon— Oye te ves muy mal, ¿acaso tienes además de amnesia, asma?

Me daba palmadas en la espalda para que respirara.

Negando con la cabeza a su pregunta intentaba controlar mi respiración, viendo donde habían caído sus libros

— Creo que... ya se me... paso la adrenalina.... —me extendi a recoger los libros intentando distraerme— El susto... aún no se me pasa...

Pudiendo ya tener una respiración más estable, no quería hablar más del tema con él, pero su expresión insatisfecho y molesto cuando iba a pasarle los libros me hizo darme cuenta que no lo iba a tomar muy fácil.

En realidad, se notaba a leguas que le había mentido, no quería seguir aumentando su desconfianza.

— La verdad, estaba recordando algo...

Este no oculto su asombró, asintiendo y escuchándome atentamente mientras recibía los libros.

—Estaba pensando en algo que era muy importante, es muy importante —reflejaba con la mente mi figura parada un poco más abajo hace unos instantes— pero al intentarlo todo se volvió doloroso, borroso.

El aire fresco de la noche que subía por las escaleras hizo que me temblara el cuerpo.

— No se como decirlo, todo dolía... y volví a olvidarlo.

Dejándo que agarre aire, pudiendo respirar sin complicaciones empecé a ponerme mejor, notándolo también el otro.

—¿Asi te pones cuando intentas recordar algo?

— No lo se, tal vez si, —alce mis piernas hacia mi pecho abrazándolas cansada de todo— esta es mi segunda vez y fue casi tan mala como la primera.

Metí mi cabeza entre mis rodillas sin poder dejar de pensar en esa sensación de antes, sintiendo y olvidando apenas ese mal presentimiento. Volviendo a alzar la vista para poder seguir tomando más aire.

Nos quedamos unos minutos así, sentados sin decir nada, iba a preguntarme algo, estaba segura, pude ver por mi rabillo de ojo como entre abrió su boca pero luego la cerro al instante mirando hacia abajo de las escalera conmigo, no dijo nada, parece que quería ser considerado y dejarme descansar totalmente. Realmente eres un buen chico.

—Bien... —exhalo parándose— en mi casa tengo muchas pastillas para dolores diferentes, dependiendo de que tienes puedes tomarlas.

Me extendió la mano, ayudando a pararme jalándome.

—Creo que estaban en mi botiquín, tienen una apariencia extraña pero funcionan bien.

—¿Por que me ayudas? —la pregunta lo agarro frio desconcertándolo— No me conoces y no creo que te guste ayudar a desconocidos e invitarlos a tu casa.

Solté su mano estando a su al frente viéndolo sin apartar la mirada.

— Literalmente, soy la descripción gráfica de una desconocida para ti. —sin titubear hable con tranquilidad— Así que ¿por que?

Intentare ayudarte -TRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora