[Amiga de la infancia/ 3 ]

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Cerré la puerta detrás de mi. Me sentía un poco ansiosa por la cena de esta noche. El simple hecho de pensar en que estaré en la misma mesa con Luisa, me pone ligeramente... más bien; demasiado nerviosa.
Además, acabo de confesarle mis sentimientos a la madre de la chica que anhelo y atesoro.
Ciertamente me pregunto si fue lo correcto el realizar tal hecho.
Seguí vagando en mis pensamientos mientras caminaba por el pueblo. Quería explorar un poco el lugar. Después de todo buscaré un hogar para quedarme y hacer una vida.

Dios quiera que sea una vida al lado de mi fortachona.

x: ¿___? —una voz interrumpió mis pensamientos.

___: ¿eh? —levanté la mirada del suelo, mientras veía a la persona proveniente de la voz.

Mirabel: No te había visto desde hace rato. —sonrío con amabilidad.— ¿Qué haces por aquí? ¿Explorando el pueblo, acaso? —cuestionó.

___: De hecho sí... Quería ver si hubo algún cambio por aquí durante estos años. —respondí. Me acerqué hacia un árbol, con la finalidad de estar bajo la sombra de sus hojas verdes. Hacia calor.

Mirabel: Es algo obvio que hubo muchos cambios por aquí. —se acercó a mi lado— Después de todo... las personas; crecen, exploran, conocen, y olvidan. —esto último lo dijo mientras su entrecejo se fruncía levemente. Me sorprendieron sus palabras. ¿Qué habrá pasado por su mente hace unos instantes?

___: Mirabel... —pensé por unos segundos si era correcto preguntar o no.— El hecho de que la vela no te otorgará un "don". Me sigue rondando por la cabeza. Y eso hizo preguntarme; ¿de verdad estás bien? —sus ojos se encontraban brillosos. Apretó sus labios en contra de sí, mientras agachaba la cabeza y miraba sobre su falda. Sus rizos color negro colgaban sobre el leve viento que se había formado recientemente.

Mirabel: En realidad... —un suave sollozo salió de entre sus labios.— Hace mucho no me habían preguntado el cómo me encontraba. —la tome de los hombros, para darle un confortante abrazo.

Mirabel me contó a detalle cómo se había sentido después de haber cruzado por esas escaleras, después de recibir miradas desaprobadoras de muchas personas. Me habló de cada una de sus emociones y pensamientos, respecto a todo lo sucedido de ese fatal día para ella. Yo solo podía escuchar, mientras acariciaba con mi mano; su espalda tensa. Liberó muchas lágrimas y sentimientos que fueron olvidados con el tiempo del pasar de su vida. Después de todo, los únicos testigos de las palabras de Mirabel eran; el árbol que nos protegía de los rayos del Sol, y mi presencia.



.




Después de la leve plática de Mirabel y mía. Nos levantamos del cómodo césped para proceder a una caminata de exploración por el pueblo. Siendo Mirabel, la guía de nuestros próximos pasos y caminos.

Mirabel: Me siento mucho mejor. —soltó un suspiro de alivio.— Gracias por escucharme, ___. —dijo mientras palmeaba mi hombro.

___: Para eso está la familia. —mencioné. Acerque mi mano a su cabeza, la agité; para despeinarla en el proceso.

Mirabel: ¡Oye! —se alejó con rapidez. Acomodó su cabello para no lucir despeinada. Aunque aún así tenía un gran rizo en su cabeza todo tieso. Tenía un cierto parecido a la cresta de una gallina.

___: Te faltó aquí. —peiné su rizo desarreglado.— Bobita...

Mirabel: Bobita tu hermana. —dijo con una sonrisa de autosuficiencia.

___: Tú eres técnicamente mi hermana. —apreté mis labios tratando de no reírme en el proceso. Pero no aguante y libere mis risas contenidas.

Luisa Madrigal • [One-shots] 彡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora