[Cenicienta]

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—— Sucedió una vez, en tierras muy lejanas. Había un pequeño reino; Próspero, tranquilo, y rico en romance en tradición. Y allí, en un Castillo señorial, vivía un caballero peón, con su pequeña hija ___.
Aunque él era un padre amable y cariñoso, que le daba a su hija toda clase de lujos y comodidades. Sentía que le hacía falta el cariño de una madre. Y así pensando, volvió a casarse. Eligiendo a su segunda esposa; una viuda de buena familia, con dos hijas de la misma edad que la pequeña protagonista. Se llamaban; Anastasia y Griselda.
Pero con la repentina muerte del bondadoso Padre de ___. La perversa Madrastra demostró sus verdaderos sentimientos; cruel, calculadora, y celosa de los encantos de la azabache. Se propuso a no ceder, hasta ver realizados los planes que tenía para el futuro de sus hijas.
Y así andando el tiempo...  Aquel Castillo señorial, empezó a quedar en ruinas. Toda la fortuna de la familia, era de las dos egoístas hermanastras, mientras la pequeña niña de ojos soñadores, se sentía; humillada y maltratada. Acabó por ser la sirvienta en su propia casa.
A pesar de todo, ___ sería siempre era amable y cariñosa. Porque con cada nuevo amanecer. Renacía en ella la esperanza de que algún día, todos sus hermosos sueños se verían realizados.
O... quizás no. ——



Pam Pam Pam



El sonido repetitivo se escuchaba desde al fondo del sótano.

Tan sucio y polvoriento.

Pensaba la azabache. El sonido de la puerta chirriando llamo su atención.

___: ¿Si...? —mencionó mientras sacudía el trapo sucio entre sus manos.

Griselda: Mocosa. —canturreó en tono agudo la peli negra.— Ugh, solo mírate. Tan sucia y llena de cenizas. —replicó con tono de disgusto.

___: Dime algo que no sepa. —mencioné virando los ojos.— ¿Qué necesitas? —cuestioné.

Griselda: Mi madre te busca. —dijo, desconectando la mirada.— Apresúrate. A menos que quieras estar en problemas. —dijo por último para azotar la puerta fuertemente. Un jarrón se desequilibró en el proceso, tambaleándose en la orilla del estante. Hasta finalmente caer rápidamente de su lugar de estar.


Pum


___: Mierda. —exclamé con el jarrón sobre mis manos.— Eso estuvo cerca. —susurré mientras agachaba la cabeza.

Tranquilamente la azabache acomodó el jarrón en el mueble de madera. Para después salir por donde su hermanastra recién había estado. Subió las escaleras mientras visualizaba a los ratones correr entre los espacios huecos de las paredes.

___: ¿Y ustedes? —cuestionó mientras acariciaba con los dedos índice y anular, la suave y polvorienta cabeza del pequeño animalito.

La chica con cenizas en sus mejillas; sonrió al sentir como el pequeño ser, recibía con gusto las pequeñas caricias. Asqueroso para muchos. Adorable, para la solitaria chica que limpiaba con esmero su hogar.

___: Lo que antes era nuestra casa...

Suspiró con pesadez mientras los recuerdos surcaban en su mente. El lejano, pero memorable momento donde vivía con su padre, permanecía en su mente. El viejo estanque con agua floreciendo desde los cielos. La fresca brisa que golpeaba contra su rostro. Las preciosas flores demostrando su exquisito olor. Su padre expresando una historia, que en realidad era muy trágica en su momento. Pero para los oídos de la azabache, sonaba conmovedor.

—— ¡___, apresúrate! —gritó una voz a lo lejos.

___: ¡Ya voy, ya voy! —di una última mirada a los pequeños ratones. Subí rápidamente por los escalones, despidiéndome con la mano, hacia los adorables ratoncitos.

Luisa Madrigal • [One-shots] 彡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora