El sentir como la cama se hundió debido a un peso extra, seguido de unas frías gotas de agua mojando mi rostro, me hizo despertar de mi sueño. Bostecé profundo, abrí los ojos lentamente hasta tenerlos entornados, y al enfocarse mi vista, divisé el rostro de Caín, quien me veía expectante.
—¿Qué haces? —pregunté, volviendo a cerrar los ojos y removiéndome incómoda sobre aquella cama.
Acababa de darse un baño, y su temperatura corporal estaba fría, al igual que las gotas que caían de su cabello, mojando mi rostro. Sentí como apartó las sábanas que me cubrían, y mi cuerpo desnudo se estremeció al estar expuesto al frío.
—Veo si sigues viva —murmuró, antes de inclinarse para posar sus fríos labios en mi mejilla. —. Llevas más de veinte horas dormida.
—¡¿Qué?! —abrí los ojos de golpe, y traté de verlo, pero en ese momento tenía su rostro oculto en mi cuello, mientras deslizaba las manos por mi cintura. —. ¿Caín?
—Te abracé, y caíste como una roca —murmuró contra mi piel. —. Apenas despertaste a mitad de la noche para darte un baño y comer algo, luego volviste a quedarte dormida. Seguro tu cuerpo se estaba cobrando todas las noches de desvelos.
Sentí escalofríos cuando sus dedos se hundieron en la piel de mis muslos, separando mis piernas para acomodarse entre ellas, antes de que se posara sobre mí, permitiéndome sentir ligeramente su peso.
—Caín, ¿qué haces? —pregunté, soltando una media risa al sentir sus labios repartiendo besos en mi cuello y hombro, y su cabello, que me provocaba cosquillas al rozarse con mi piel. —. Oye... ¿veinte horas dormida?
—Ujum. —murmulló, rozándome con sus dientes, y haciéndome estremecer.
—E-Espera... ¿m-mi familia?
—Saben que estás bien, llamaron hace un par de horas y como estabas inconsciente decidí contestar... tu hermano volverá a casa en unas horas.
«Gracias al cielo»
—Gracias, Caín —sonreí. —. Y gracias por no haber dejado de pagar el tratamiento de Zack, a pesar de todo... eres un gran hombre.
Detuvo sus besos, para verme a la cara.
—No tienes porqué agradecer, jamás habría dejado desamparado a un niño —respondió, tranquilo. Estaba siendo modesto, no soportaba escuchar que era una buena persona. —. Te llevaré con ellos en unas horas —comentó, bajando sus besos por mi pecho, erizando mi piel. —. Ahora, debo decir que la mañana de ayer me hiciste perder el control como nadie antes lo había hecho.
Torcí una sonrisa y mordí mi labio inferior, sintiendo un escalofrío recorrer mi cuerpo al recordarlo gimiendo para mí. Lo había disfrutado en gran manera.
—Me encantó —continuó hablando sobre mi piel, —. Pero fue una verdadera tortura no poder tocar, ni besar tu cuerpo... quiero enmendar eso ahora mismo.
«¿Sexo mañanero?» No sabía si tenía humor para ello.
Estaba por responderle, pero la respiración se atoró en mi pecho, haciéndome cerrar los ojos y arquear la espalda, luego de que sus labios atraparan uno de mis senos, mientras su mano acariciaba el otro con afán, para luego intercambiar.
Bien, quizás no era tan mala idea.
Guie mi mano hacia mis labios y mordí el dorso, apenas soportando los espasmos que me sacudían. Él continuó bajando, besando, lamiendo y mordisqueando mi piel, causando que leves corrientes eléctricas me recorrieran, y abrí los ojos de golpe jadeando ahogada, cuando hundió su rostro entre mis piernas y sentí sus labios besar mi feminidad.
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Jefe, ¡Estoy Embarazada!
HumorJade Mackenzie odiaba con el alma a su jefe, Caín Sloan. ¿Y cómo no? Pese a su atractivo masculino y sensual aura, capaz de hacer temblar las piernas de cualquier mujer con solo una mirada, aquel hombre era la personificación del mal, un demonio cuy...