Mi novia trans (JiroxMomo)

Cap. 14 - La carta de Momo

   Jiro abrió sus ojos muy lentamente. Una fuerte luz le pegó en el rostro, por lo que tuvo que cubrirse con su mano. Una vez que recobró la vista por completo, se dio cuenta que esa luz venía desde una ventana y que estaba recostada en la cama de un hospital. A pesar de que su cuerpo le dolía, sentía que podía moverse.

Mika: ¿Kyoka? ¡KYOKA!

Su madre estaba sentada a su lado. Al ver que su hija había despertado, se abalanzó hacia ella para darle un gran abrazo. Lo mismo hizo su padre, quien estaba sentado desde el otro lado.

Kyotoku: ¡OH, KYOKA, ESTABAMOS TAN PREOCUPADOS! – dejó escapar una lágrima de alivio.

Jiro: ¿Ma? ¿Pa? ¿Cómo llegué acá?

Mika: Después de que te desmayaste, los paramédicos te trajeron rápido para acá. Vinimos rápidamente cuando nos enteramos.

Kyotoku: Por suerte los golpes no fueron letales. Tenes algunos moretones pero ningún hueso roto. Vas a sanar pronto.

Jiro: Pero... ¿Y Momo? – levantó la vista preocupada.

Sus padres intercambiaron una mirada de preocupación. Ante esto, Jiro preguntó con su voz más alterada:

Jiro: ¿¡Y MOMO!?

Mika: Momo... Bueno... Lo único que sabemos es que...

Mika levantó la vista a su esposo. Kyotoku asintió seriamente con su cabeza. La madre de Jiro volvió a ver a su hija y remató con tranquilo tono:

Mika: Lo único que sabemos de Momo es que nos dejó esta carta para vos.

Mika levantó su mano y mostró que sostenía un sobre violeta. Jiro abrió sus ojos de par en par. Su corazón comenzó a latir fuertemente, haciendo que el artefacto que medía su pulso se vuelva loco.

Jiro: Momo...

Kyotoku: Tranquila, corazón, ella está bien. Solo...

Jiro: ¡MOMO!

Jiro le sacó violentamente la carta de las manos de su madre. Desesperada, se puso de pie. Jiro no se había dado cuenta que tenía una pequeña aguja clavada en su brazo al igual que en su dedo estaba atado el artefacto para tomar su pulso. Por ello, cuando se puso de pie, varios artefactos cercanos a la cama cayeron al piso, haciendo un gran ruido.

Kyotoku: ¡KYOKA! – gritó asustado y preocupado -. ¡TRANQUILA, POR F...!

Su esposa le puso una mano en frente para frenarlo. Negó con su cabeza. Dejó que su hija saliera corriendo de la habitación.

Jiro, vistiendo la bata celeste de hospital y con sus piernas y brazos adoloridos, salió al pasillo dando un fuerte portazo. Las enfermeras miraron preocupadas. Sin embargo, a ella no le importó. Comenzó a correr hasta llegar a unas escaleras.

Jiro: ¡MOMO! ¡MOMO! – gritaba nerviosa.

Enfermera: Señorita, le pido que mantenga la cordura... - susurraba.

Jiro no le llevaba el apunte y comenzó a subir las escaleras. Sin embargo, cuando trató de dar el primer paso, sintió cómo su pierna le tiraba. Jiro bajó la mirada y notó que tenía varios moretones.

Jiro: No... No me importa...

Jiro apretó los dientes y comenzó a subir las escaleras. Con cada paso, Jiro podía sentir cómo sus músculos se tensaban. Era como si le clavaran mil agujas en todo el cuerpo. Pero no le importaba.