Prólogo

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Desde tiempos inmemorables antes de que la tierra fuera la tierra y que la humanidad existieran, los grandes reyes del cielo crearon juntos su propio reino, el cual fue hecho con polvo de estrellas y fragmentos de luz, en los cuales habitarían los tan llamados dioses

Su hijos.

Quieres fueron creados con un simple fin:

Guiar a todos los humanos que creyeran en ellos, quienes fueron creados poco después por la Diosa Suprema.

Existen todo tipo de maravillosos dioses, de la felicidad, del viento, de la compresión, de la eternidad entre muchos otros. Pero hay dos dioses que están conectados espiritualmente con los reyes del cielo.

Del Gran Rey, está Qing Su, Diosa del sol y...

—¡Y de la Reina del cielo! ¡HanGuang-Jun! ¡Dios de la luna! –grito con una sonrisa que iluminó la habitación un pequeño niño de hermosos ojos grises brillantes interrumpiendo de forma abrupta el relato que era contado a través del teatro de sombras que era proyectado en la sala principal del embarcadero de loto.

–¡Wei Ying! ¡Deja de interrumpir la historia! – gruño a su lado un niño menor que él solo por cinco días, sus ojos son violetas como los de su madre y fruncía el ceño, cansado que su mejor amigo, casi hermano interrumpirá cada vez que se hacía mención de la reina del cielo o del dios de la luna, HanGuang-Jun.

–¡Eres un amargado ChengCheng! –lo acusó Wei Ying frunciendo sus labios.

Jiang Cheng estuvo apunto de contestar cuando una delicada y divertida risa se escuchó trás la pantalla de tela blanca.

–A-Ying se que te gusta mucho esta parte pero recuerda que hoy no estás solo, hay más niños que vinieron a escuchar la historia de nuestros dioses –comento con cariño una hermosa mujer asomándose por la ventana de sombras, sus ojos son de un hermoso rosado resaltaban gracias a su piel blanca y su cabello castaño que se encontraba peinado en una medio moño alto sujetado por una corona con una orquilla y una delicada cinta roja. El hermoso Hanfu¹ blanco con gris que se arremolinaba con gracia a su alrededor dándole un aire fresco cuando sonrío con amor al pequeño, quién hizo un puchero asintiendo avergonzado.

–Esta bien, mamá.

Otra risa se escuchó antes de que Sanren volviera trás la pantalla, indicando a sus ayudantes que continuarán con la obra, por lo que poco después el suave sonido de la citará inundó nuevamente el salón, envolviendolo todo con un aura mágica que casi podía hipnotizar a todos los presentes.

–Qing Su y HanGuang-Jun, siempre han velado tanto por la seguridad de sus hermanos dioses cómo por nosotros, iluminando nuestros días desde la oscuridad, siempre ayudando y siguiendo el dictamen "estar dónde está el caos", además de conceder los deseos más puros que vienen desde el corazón, los cuales son muy pocos en realidad.

El relato continúo por un largo rato, pero Wei Ying dejo de prestar atención cuando dejaron de relatar la historia de los reyes de los cielos y de sus dioses favoritos, más específicamente cuando la figura de papel de HanGuang-Jun dejo de aparecer trás la pantalla.

Le encantaba esa historia.

De como ese Dios bendecido y conectado con la reina ayudaba a los demás con su hermosa y brillante espada de cielo.

¿Cómo eres? ¿Tendrás amigos? O ¿Estás solo? –pensó con la inocencia que solo puede tener un niño, dirigiéndose a la figura que tanto admiraba.

–Bien niños, eso es todo por hoy –anunció Sanren cuando dándole fin a la lección de historia y a la música, recibiendo pequeños quejidos y abucheos por parte de su audiencia. – Ya es tarde, no querrán que Madame Yu los castigue por no querer ir a casa, ¿Cierto?

Una Luz En La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora