Capítulo 2

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Deseo Cumplido

Sintió su corazón estrujarse en su pecho y por primera vez en mucho tiempo sintió un irregular deseo de ayudar a ese pequeño más allá de su deber como dios.

Entonces, rápidamente forma una espera de luz blanca brillante como la luna en la palma de su mano y en un rápido movimiento la manda volando a lado del niño haciendo que los perros al ver la luz se espantaran y salieran corriendo con temor de ser dañados.

Una vez solos, escucha el doloroso sollozo del niño, baja la mirada hacia el pequeño cuerpo tembloroso y un terrible dolor se posa en su pecho al ver qué los perros han lastimado al pequeño con zarpazos y mordeduras en su blanca piel.

Angustiado, se acerca lentamente para no asustar al niño más de lo que está, se agacha a lado del niño y en un elegante movimiento de mano extingue la esfera de luz para que solo ilumine la luz de la luna llena el bosque.

Respira profundo para romper el silencio entre los dos.

—Los perros ya se fueron, estás bien ahora –dice para tratar de calmarlo pero no funciona, sigue escuchando el sollozo del pequeño y no sabía que más decir, no era bueno con las palabras, nunca en su vida ha lidiado con niños.

Así que toma un respiro profundo para armarse de valentía y sostener entre sus brazos el pequeño cuerpo del niño y ocultar el rostro en su hombro a pesar que no le gusta el contacto con otras personas y más que todos con los mortales; el niño tiembla ante su frío contacto pero empieza a dar suaves caricias por su cabello rebelde de color negro como el manto nocturno sujetado por una cinta roja en una cola alta.

–No llores por favor –dice suavemente en voz baja mientras, siente como su hombro se humedece pero le toma poca importancia en esos momentos y cierto alivio se posa en su corazón al ver qué el pequeño empieza a dejar de temblar y sollozar– Aquí estoy, aquí estoy.

Ambos permencen en total silencio en el bosque donde los únicos sonidos es la naturaleza alrededor de ellos, los grillos cantan suavemente, las ranas croan en la lejanías, las luciérnagas vuelan mientras brillan como estrellas alegresmentes y una refrescante brisa se siente haciendo que algunos mechones de cabellos se muevan suavemente.

Es un paisaje relajante que puede hacerlo bajar de la luna de vez en cuando para disfrutar de la vista que la naturaleza humana ofrece.

Su tranquilidad se va tensandose por completo cuando el niño entre sus brazos se mueve y se congela al ver ese par de ojos grises brillantes como las estrellas lo miran con pequeñas lágrimas en los bordes de sus ojitos.

–¿Ya no volverán los perros? –pregunta temoroso el niño mientras se restriega su ojo derecho con su mano cerrada en un puño.

–No –responde mientras niega suavemente.

El niño se limpia los mocos que resbalan de sus fosas nasales con la manga de sus túnicas negras con rojas.

–Gracias por salvarme –agradece en voz baja el niño y se separa de su cuerpo para poner distancia entre ellos, puede sentir la ausencia de calidez del pequeño cuerpo contra él suyo pero puede entender perfectamente el porque, al ser una proyección su toque es frío como un témpano de hielo en invierno, quizás el niño sentía frío en sus brazos.

Eso le decepcionó en cierta forma.

–No hay de que agradecer –dice mientras niega, él solo hizo su deber de proteger a los que lo necesitan, no podría dejar que una vida corriera peligro, no podría con la carga de la culpa en su conciencia sí no hubiera hecho nada.

Ahora que lo piensa, este niño pudo haber deseado ser salvado de los perros y él estaba en el momento justo por lo que el deseo ya se cumplió.

Con sus ojos dorados mira con detenimiento el cuerpo del niño y hace una mueca al ver qué ha sido lastimado, sus túnicas han sido rasgadas dejando ver leves heridas de zarpazos y mordidas hechas por los perros; solo puede suspirar de alivio al ver qué su rostro no fue dañado, fue inteligente al protegerse, en cambio está cubierto de barro al igual que sus vestimenta.

Una Luz En La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora