Capítulo 3

37 5 0
                                    

Amistad

Luego de aquel susto que le dió a sus padres y a sus tíos, recibió una buena buena reprimenda, la cuál por suerte no pasó más allá de diversos sermones de como debía dejar esa mala costumbre suya de adentrarse en el bosque cuando estuviera molesto.

Wei Ying sintió un gran escalofrío subir por su espalda cuando escucho que pudo haberse encontrado con algo mucho peor que solo perros callejeros hambrientos.

Aunque él no pudo pensar en nada peor que los perros.

—Así que A-Ying, ¿Cómo era ese tal Lan Zhan? —preguntó su madre hechando agua en su cabello para remover la suciedad.

Él sintió que sus mejillas se sonrojaron cuando sonrió radiante al recordar a su héroe.

—Era alto, má, muuuy alto. Su expresión era muy seria pero intentaba sonreír para calmarme, su cabello era oscuro, muy largo y sus ojos de un bonito color dorado que nunca había visto —describió el pequeño con los ojos cerrados para evitar que el jabón le entrara en los ojos.

Cangse intento recordar a alguien que conociera o que hubiera visto con esa descripción.

—¿Sabes si pertenecia a nuestra secta, cariño?

El niño sacudió la cabeza con efectividad.

—Creo que no mamá —contesto ladeando la cabeza aún sin abrir los ojos. —Lan Zhan estaba totalmente vestido de blanco y tenía una extraña cinta en su frente.

La mujer aprovecho que su hijo no podía verla para hacer algunas muecas que iban desde la incredulidad hasta la curiosidad extrema.

Ya que ella no podía recordar a ninguna secta que vistiera de esa manera, aunque por alguna razón sentía que aquello que su hijo le contaba se le hacía un tanto familiar.

Algo que prefirió dejar de lado para concentrase en la conversación.

—Entonces él te dijo que vivía en la luna —prosiguió intentando obtener la mayor información posible.

—¡Sí! Le pregunté si me estaba mintiendo pero él me respondió que no podía mentir —respondió con voz tan solemne que no pudo evitar reír.

—Mi amor, no es posible que alguien viva en la luna —explicó de forma suave sacando los restos de jabón su cabello a la vez que examinaba con atención las mordidas en sus brazos.

Si a su pequeño antes no le gustaban los perros, ahora debía de tenerles un miedo atroz.

—¡Eso le dije yo mamá! —exclamó saliendo de la tina evitando apoyar su pie lastimado a la vez que Cangse le ayudaba a secarse el cabello además de colocarle una túnica para dormir. —Pero siguió diciendo lo mismo. Le quise hacer más preguntas pero entonces escuche sus voces y se me olvidó.

Para ese punto de la historia Cangse ya no sabía que pensar.

—Luego sólo desapareció —continuó cargando a Wei Ying en sus brazos, quién solo respondió bostezando con un asentimiento a la vez que frotaba uno de sus ojos con su pequeña mano. —¿Te pareció qué era una buena persona, mi pequeña peonía?

Él no pudo evitar dedicarle una sonrisa radiante y adormilada al escuchar a su madre llamarle de esa forma.

La persona más hermosa que alguna vez he visto mamá. —respondió con añoranza abrazando su cuello antes de terminar completamente dormido entre sus brazos.

Cangse no pudo evitar suspirar con una sonrisa resignada, acariciando la espalda de su pequeño mientras avanzaba por los pasillos de la secta, arrullandolo hasta la habitación que Wei Ying compartía con Jiang Cheng.

Una Luz En La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora