Lan Zhan desde que tiene uso de razón siempre ha iluminado el camino de otros, pero no existe nadie que ilumine suyo.
Al principio -muy dentro de su corazón- tuvo la esperanza de que allá fuera en la inmensidad del cielo y la tierra estuviera aquell...
Cuando Jiang Cheng desapareció dejo caer su bolsa de semillas a un lado y suelta un quejido de dolor más alto, todo su cuerpo dolía y estaba seguro que tenía algún hueso roto, había caído en una posición extraña y al componerse no ayudaba a sus lesiones, no sabía cuánto tiempo tarde en venir la ayuda por lo que tiene tiempo para sí mismo.
Reflexiona sobre sus acciones, no esperaba ser lanzado al acantilado por la explosión, sabía lo peligroso que es la cultivación demoníaca, es nuevo usando la energía resentida, no sabía cómo manejarla pero ha escuchado que la persona que usa el cultivo demoníaco se vuelve loco y se desvía del camino recto pero a él no le sucederá porque demostrará que el cultivo demoníaco puede usarse para el bien.
Sabe que tiene que tener una núcleo dorado poderoso para contrarrestar los efectos negativos de la energía resentida que puede que le llegué a afectar, por el momento ha descubierto que debilita su cuerpo al usarla demasiado, también hay momentos en que puede escuchar voces perturbadoras y hay noches en que tiene pesadillas, aún así tiene que buscar una forma de poder usarla sin que le afecte en salud y mentalmente, quizás deba crear un medio para controlarla, algún tipo de artefactos.
Suelta un sonoro suspiro y levanta la mirada hacia el cielo nocturna, sonríe al ver las hermosas estrellas que brillan fuertemente en el manto negro de la noche, ansioso busca la luna pero lamentablemente recuerda que es luna nueva por lo que no aparecerá dentro de un tiempo, su sonrisa se borra al recordar que Lan Zhan siempre desaparece todas las noches de luna nueva, se siente algo decepcionado al no saber dónde vive el ojidorado y por mucho que pregunte siempre le da la misma respuesta "en la luna", ni que fuera el gran Dios HanGuang-Jun para que viviera en la luna.
No puede evitar sonreír para sí mismo, no podía creer que aún creyera en cuentos infantiles, tiene diecisiete casi dieciocho años, Jiang Cheng siempre tuvo la razón, es imposible que conociera a HanGuang-Jun y más sí es un tonto como él, pero aún no perdía la esperanza de conocerlo algún día.
Suelta un pesado suspiro y se deja caer en la roca que está a sus espalda.
—Por favor... Alguien... Quién sea... Ayúdenme —pide mientras cierra los ojos, esperando a que algún Dios lo escuché y le ayude.
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No muy lejos del acantilado una persona camina en silencio con la única preocupación de llegar a casa con su familia, en su mano sostiene un farol que ilumina su camino y es entonces que se detiene de repente para dirigir su mirada en dirección hacía el acantilado, a pesar de la poca luz un destello brillante se refleja en sus ojos color verdes oscuros.
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