Capítulo 7.

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Aquel día también habían tenido gimnasia, atletismo, concretamente. Todos y cada uno de los músculos de Valentina se resentían a cada paso que daba. Entró al vestuario y arrugó la nariz con desagrado, allí apestaba a alfa sudoroso, y el dulce aroma de Juliana no estaba ahí para camuflarlo; el profesor la había mandado recoger el gimnasio. Seguro que lo único que quería era ver cómo la omega se agachaba a recoger los conos del circuito. Valentina gruñó ante esa idea. Abrió su taquilla y sacó su bolsa de deporte, se quitó la camiseta y la cambió por una limpia, después hizo lo mismo con los pantalones.

—Ya lo creo, es increíble.

La voz de Sasha llegó a sus oídos desde un par de taquillas de distancia. Hablaba animadamente con Ariana, una beta que solía rodearse de alfas y que no le caía demasiado bien a Valentina.

—Es la omega perfecta, casi de ensueño. Es dulce, es atenta y tremendamente guapa. —Dijo la beta.

—Y, no nos olvidemos, de que está buenísima. ¿Ese culo es normal en una persona? No puedo mirar a otro lado cuando corremos.

Las dos amigas rieron socarronamente y Valentina apretó los puños. No podían estar hablando de quién ella creía que estaban hablando.

—¡Ya te digo! Juliana volvería loco a cualquiera, cómo me gustaría marcarla y poder folla...

Oh sí, lo estaban haciendo.

Valentina cerró la taquilla con tanta fuerza que hizo vibrar todas las demás. El vestuario se sumió en un pesado silencio. Lentamente, como un lobo acorralando a su presa, se acercó a las otras dos chicas que la miraban con una mezcla de curiosidad y temor. Destellos rojos manchaban las marrones pupilas de la alfa. Valentina Carvajal estaba enfadada de verdad.

—Me gustaría formar parte de su conversación, ¿de quién hablaban? —Preguntó con la miel bañando sus palabras. Era una trampa.

—De...de Juliana Valdés. —Respondió Sasha temerosa.

Nunca había hablado con la rubia, nadie lo había hecho en realidad. Bueno, nadie excepto Juliana. Tragó saliva en cuanto se dio cuenta de que la había cagado, pero bien.

—Ah, sí, Juliana. Es una gran omega, ¿verdad? ¿Qué decías que te gustaría hacerle, Ariana? —Volvió a preguntar, apretando la mandíbula y mirando a Ariana con fingida curiosidad. Valentina era la aparentemente inofensiva Venus Atrapamoscas que esperaba pacientemente para devorar a su presa.

La beta retrocedió un paso asustada. Todas las historias que había escuchado sobre Valentina Carvajal se sucedían en su cabeza como pequeños y terroríficos sketches, en ese momento, la imponente alfa se cernía sobre ella con la furia homicida dibujada en su rostro. Ninguna de aquellas historias era cierta, pero Valentina estaba dispuesta a hacerlas todas realidad con aquellas dos imbéciles que habían mancillado el nombre de Juliana. ¡Solo ella podía pensar en ella!, ¡Solo ella podía mirarla!

—Na-nada...solo...

La alfa interrumpió la trémula respuesta dando un fuerte golpe a una de las taquillas. El estridente sonido metálico heló la sangre de todas las que estaban presenciando aquella escena.

—No quiero que ninguna de ustedes vuelva a hablar de Juliana Valdés como si fuera un trozo de carne, ¿¡me han entendido!? Ninguna está a la altura siquiera de la jodida suela de sus zapatos. —Bramó con furia.

Aquello era una advertencia, no solo para Sasha y Ariana, sino para todos los presentes. Juliana Valdés ya no estaba en el mercado, y pobre del que intentara tocarle un solo pelo.

Valentina se apartó de las dos chicas en cuanto percibió el aroma de Juliana, y unos segundos después entró la sonriente omega. Todas volvieron a la normalidad como si nada hubiera pasado mientras Juliana cambiaba su ropa de deporte por una delicada falda blanca y una camiseta rosada bebé. Por una vez en todo el curso, la única que la observaba hacerlo era Valentina.

Intocable |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora