Extra
Aquella semana había sido un torbellino de emociones satisfactorias, una marea de felicidad que se agitaba en su estómago. Estaba saliendo con Juliana, su pequeña y dulce omega la quería. Contrario a lo que siempre había creído, la gente no había dejado de lado a la menor, simplemente, habían ido acostumbrándose a su propia presencia. Caminaban tomadas de la mano como cualquier pareja, solo que ellas habían llegado al punto de ser inseparables. Todo el mundo se había acostumbrado a ver junta a la feliz pareja; ahí donde Juliana fuera, estaría Valentina. Ella aprovechaba cualquier ocasión para probar los labios de Juliana, no importaba el momento y el lugar. Y Juliana no parecía estar precisamente molesta por ello. Los besos de Valentina eran adictivos, sus labios eran regordetes y suaves, y su boca posesiva y cariñosa. A veces, apenas eran un roce de labios, como un susurro que expresaba sin palabras todo lo que sentían. Otras, eran besos apasionados, donde sus lenguas jugaban un papel primordial, besos arrasantes que las dejaban jadeantes, ávidas de seguir probando y seguir explorando en la boca de la otra. Aquellos besos eran gritos al aire de lo mucho que se querían.
Estaban plenamente enamoradas, pero, aun así, Valentina no había marcado aún a Juliana como su pareja. Esa decisión no la tomaría hasta un par de días después.
Los omegas en celo nunca se cambiaban junto al resto de sus compañeros alfas y betas. Había estrictas políticas contra la segregación de clases, pero meter a un omega en celo en un vestuario de alfas sobre—estimulados por el ejercicio, era prácticamente un suicidio, no importaba lo mucho que los supresores ayudaran a camuflar el olor (que, en el caso de Juliana, no era mucho). Valentina seguía ignorando en gran parte a sus compañeros de clase, por eso, no fue hasta ese momento que no prestó atención a la joven alfa que había llegado nueva aquella mañana. Se podría decir que era realmente hermosa, con su cabello castaño y ojos verdes. Desde que había llegado, todas las omegas suspiraban por ella y por su seductora sonrisa de dientes grandes. Parecía una alfa poderosa. Natasha era su nombre, si Valentina mal no lo recordaba.
—¿Qué tal tu primer día? —Preguntó Ximena, palmeando amistosamente la espalda de la recién llegada.
La chica sonrió, parecía una persona amistosa, con facilidad para relacionarse. Valentina sintió arcadas.
—Genial.
—¿Has visto algo que te interese? —Preguntó Sasha, moviendo las cejas sugerentemente, dando a entender que no se refería precisamente a alguna asignatura.
Las tres chicas rieron en camaradería.
—Bueno... puede ser.
—¿Y bien? ¿Quién es la afortunada?
Natasha sonrió misteriosamente.
—No sé su nombre, pero es la omega más bonita que alguna vez he visto.
La alfa parecía verdaderamente ilusionada.
—Esta mañana me ha sonreído y... ¡dios, parece un ángel! Creo que está en celo, su olor es jodidamente dulce.
—Wow, parece que esa chica te ha dado fuerte, ¿cómo es? A lo mejor nosotras la conocemos.
—Pues... es pequeña, muy bajita, pero su cuerpo es como... buf. Tienes las mejillas grandes y los labios más besables de toda la historia de los labios besables, tiene los ojos grandes y marrones, su pelo es negro, lacio, a veces rizado y largo, y parece tan suave que...
Ximena, Ariana y Sasha contuvieron la respiración, sabían perfectamente de quién estaba hablando su nueva amiga.
—¿Ju-Juliana Valdés? —Preguntó Ariana, sintiendo el miedo crecer en su interior.
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Intocable |Juliantina
RomanceTras meses de silenciosa observación, ¡llegó la hora de pasar a la acción! Valentina es la alfa más temida y respetada en todo el instituto, pero no ha podido evitar caer por la dulce omega de cabellera negra, ojos cafés y mejillas regordetas. ¿Será...