El primer día de clases siempre es difícil pero para Pin Tanapon un muchacho noble con un gran sentido de la justicia será el comienzo de la batalla más grande de su vida porque en la Universidad de Bangkok habita un hermoso y malvado alumno a quien...
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Había un silencio sepulcral que envolvía la majestuosa mansión Suppapong, cuando Pin entro en la casa su cuerpo fue invadido por una fuerte corriente fría, no era la primera vez que la visitaba pero hoy era tan distinta a la magnífica casa que había conocido en la fiesta de su novio.
Por alguna extraña razón intento no hacer ningún ruido, mientras subian por las escaleras los escalones le parecieron interminables.
El caballero blanco contuvo la respiración unos segundos hasta que llegaron al cuarto.
Saint abrio la puerta, entraron y fue ahí cuando Pin dejo salir todo el aire que retenia.
- Tú casa es muy lúgubre - comentó mientras se acostaba en la cama.
- Lo sé pero la prefiero así, solitaria, oscura y silenciosa porque cuando la familia esta reunida es aún peor - se aflojo la corbata y se quito el saco. Ire a la cocina por algo de cenar ya vuelvo.
- Espera - su novio lo detuvo. Quédate conmigo, necesito sentir tu calor y envolverme con tu olor.
- ¿Es eso o tienes miedo de quedarte aqui solo? - se burló de él.
- ¿Porqué cada vez que quiero ser romántico haces lo mismo? ¡Solo vete! - se giro de espaldas.
El rey mordió su labio sintiéndose algo culpable por molestar a su novio.
"Voy a compensarte"
Decidio y comenzo a quitarse la ropa y suavemente se metio a la cama.
Esa acción no paso desapercibida para el caballero blanco y al sentir el calor de su cuerpo se tenso.
- No creas que con un abrazo olvidaré todo.
- Que tal si en vez de seguir peleando vienes aqui y dejas que te consienta un rato amor - paso uno de sus dedos suavemente por la nuca de Pin e hizo que se estremeciera.
- Eres un idiota, lo sabías - se giro para verlo y mordió su labio al ver su desnudez.
- Lo sé pero eso es parte de mi encanto, además no te hagas el tonto tú amas todo de mi - dijo en tono sugestivo.
- Odio que tengas la razón - contesto con el ceño fruncido.
-¡Ven acá! - lo atrajo hacia él y el rostro de Pin quedo sumergido en la suave piel de su pecho.
Como si necesitara más contacto se abrazo con fuerza a su cintura y se dejo arrullar por los caóticos látidos del corazón de Saint.
- Esto es todo lo que necesito para sentirme mejor - susurró dulcemente.
- Descansa mi amor yo cuidare tu sueño.
- Haces que me sienta igual que una damisela en peligro - comentó con una mezcla de verguenza y burla en su voz.
