Un omega muy gruñón y frio conocerá a un amable y divertido alfa, pero tardaran en tener su deseado final juntos ya que habrán muchas trabas las cuales tendrán que aprender a superarlas.
mundo alterno.
Llevo dos meses en este maldito hospital y aún no puedo regresar a casa. Dicen que mi cuerpo sigue débil para poder darme de alta, pero yo no puedo seguir acostado en está cama sin hacer nada.
Me paré y busqué mi ropa de cuando fui a la ópera. Diana llego cuando yo me estaba colocando mis zapatos.
¿Qué haces?
—¿Tú qué crees? Me marcho de aquí.
—No seas idiota, sigues en revisión y no te han dado de alta.
—No me importa, yo me voy—enojada, ella cerró la puerta y se puso enfrente mío—Eres mí medico personal y mí amiga. Sabes que no podrás detener; tus opciones son acompañarme o no estorbarme.
—...Bien, pero primero tengo que hacer una llamada—con el teléfono en mano salió de la habitación.
Con Ayuda de Diana y de una enfermera me pude vestir y guardar mis pocas pertenencias. Al salir del hospital, un taxi nos estaba esperando para llevarnos al aeropuerto. En el transcurso del viaje revisé correos de trabajo y algunos documentos; por lo que no me di cuenta en que momento llegamos.
Diana me auxilió para subir al avión y sentarme. Antes de despegar ella sacó una un catéter endovenoso, una bosa de suero, un pie de suero, algodón, una aguja y otras cosas más que no recuerdo sus nombres. Ella insistió en que todavía lo necesitaba, por lo que no me resistí y seguí trabajando.
Cuando estábamos a punto de llegar, él piloto dio un avisó, que por el momento no podía aterrizar; había un grupo de personas en la zona de aterrizaje; tendríamos que sobrevolar hasta que fuera seguro.
Al bajar, la policía nos escolto hasta llegar a un auto de mi compañía. Dentro de el se encontraba mi secretaria.
—Es un gusto volverlo a ver señor Wayne—hizo una pequeña inclinación de cabeza.
—Lo mismo digo señorita Will. Por favor envíe los documentos que le mande, ya los revisé, solo falta que los firme la mesa directiva y...—de repente algo se estrelló en la ventana del auto. Era un huevo; Un pequeño grupo de alfas nos rodeó.
—¡Maldito seas Bruce Wayne! —muchas voces más se unieron a esa.
—¿Pero qué demonios?
Mi secretaria se veía nerviosa.
—Felicidades señor Wayne, hace unos meses la asamblea dio el veredicto a su favor, en cuanto a la ley de prohibir a los alfas ver a sus hijos después de una separación de sus parejas. La custodia es total para los omegas.
¿Qué? ¿Pero cómo es posible, si todos iban en contra mía? ¿Será posible qué la asamblea lo recapacito? No lo sé, pero la sensación de que algo por fin iba bien me clamó.
De camino a la mansión, varios alfas me gritaban; es comprensible, se sienten humillados después de haber perdido un privilegio como ese. Con el tiempo lo aceptarán.
Esto significa un cambio, un cambio hacia un avance brillante.
.
.
.
.
.
Sé dice que quién busca encuentra. Vaya que es muy cierto. Ojalá, no hubiera buscado.
La familia Wayne, una de las familias más poderosas y la más influyente. La única que no tienen mala reputación, o eso aparentan a los ojos ciegos de la gente.
Tarde un mes en comprobar que la información fuera verídica, lamentablemente lo fue.
Los Wayne eran dueños de prostíbulos, donde se hacia trata de personas, al igual que grandes tratos para distribuir droga. Todo bajo una empresa fantasma, la cual es ligaba a otra y a otra. Como una cadena sin fin. Pero esto no acaba, también distribuían armas de forma ilegal alrededor del mundo; además, se tiene el rumor de que ellos estuvieron implicados en un altercado en la casa blanca. Todo esto sucedió bajo la orden de Silas Wayne, abuelo de Bruce.
Thomas Wayne, fue distinto a su padre. Él se enfoco el la creación de medicamentos e investigaciones científicas, las cuales eran poco éticas; ya que, seleccionaba gente de sus albergues para gente sin hogar, los llevaba a los laboratorios Wayne y probaba sus medicamentos. Nadie sabe esto, solo los del consejo y el mismo Thomas Wayne.
No acepté la verdad al principio, porque mis padres eran amigos de ese hombre, lo llegué a tratar durante las vacaciones y no se vía como un hombre capaz de hacer eso. No era posible. Pero la evidencia no fallaba. La grabación de un sobreviviente de los atroces experimentos no era falsa, mostraba cada marca de esa horrible tortura, contaba todo con detalle y mostraba documentos que agarró antes de escapar. No tuve más opción que aceptarlo.
Estoy a punto de acabar de redactar el artículo, a nada de publicarlo. Se que esto puede estar mal, pero la gente debe saber la verdad, y más en estas situaciones, donde la justicia juega en contra de sus ciudadanos, aprobando una ley que le quita a padres y madres el derecho de ver a sus hijos.
Los siento Bruce, pero la gente no se merece vivir más tiempo engañada.
.
.
.
.
.
—Señor Luthor, las prueban resultados positivos, en una semana estará por fin listo— me informó la señorita Tate.
—Magnifico, las piezas se están comenzando a mover de acuerdo al plan—moví un peón en mi tablero de ajedrez. Las piezas blancas ya dieron su primera jugada, te toca a ti Bruce Wayne
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.