CAPITULO 3

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Asentí con mi cabeza y dí un paso atrás separando nuestras manos.

— Interesante — murmuré.

Harry me miró con extrañeza.

— ¿ Que cosa ? — preguntó desconcertado.

Parpadeé varias veces al darme cuenta de que pensé en voz alta. Mis mejillas se pusieron rojas al instante y mi pulso se aceleró.

— Eh... - humedecí mis labios mientras intentaba encontrar una buena respuesta — Esto...

—¿ Que ? — ladeó la cabeza.

Dí otro paso atrás y me crucé de brazos.

— Bueno, yo conozco a alguien que trabaja con tus padres... — solté una risita nerviosa.

Frunció el ceño.

— ¿ Como sabes quienes son mis padres?

Buena pregunta. Joder. No estaba lista para tantas preguntas ni mucho menos para la mención de algo que quería dejar en el pasado.

— Son los empresarios de vino más famosos de Italia ¿No? — abrió la boca y la cerró sorprendido.

— Si...

Asentí una vez más con la cabeza.

— No era tan difícil deducirlo, tu apellido es muy famoso allí.

El sabía que estaba diciendo la verdad. Los padres de Harry eran uno de los empresarios más millonarios de Italia, y solo por el simple hecho de que fueron los creadores del vino Moretti.

El vino más vendido de Italia y bueno, del todo el mundo literalmente.

—Vaya... —susurró.

Mi mirada volvió al taxi que me estaba esperando y luego se desplazó hasta las bolsas que sostenía entre mis manos.

— Creo que debo irme. — le dije suspirando.

— Vale, — levantó las manos en señal de rendición — Ya lo entendí.

Hay personas en la vida que transmiten buenas vibras y que a través de eso te das cuenta de que no te harían daño ni aunque quisieran. Eso me pasó con Harry, sabía que el no tenía ninguna intención en herirme, si lo hubiera querido no me habría salvado hace algunos minutos atrás del casi-accidente. Pero de igual manera en ese momento murmuré un sí y le dí la espalda para luego comenzar a caminar hacia el coche amarillo que me esperaba al lado de la acera.

Podía sentir su mirada en mi nuca como también la decepción de ella.

Mis manos temblaban cuando subí al coche y no dejaron de estar de ese modo hasta que llegué a mi apartamento y me encerré en él, ahí dentro de esas cuatro paredes mi respiración se tranquilizó y los temblores disminuyeron.

Hace meses tenía este tipo de reacciones cuando una persona se me acercaba o intentaban ser amables conmigo.

Pensaba que estaba rota, pero no era así, solo me encontraba descosida en esos momentos, y no hasta en un futuro supe de cuánto hiló había perdido sin siquiera darme cuenta...

°°°

El ventilador giraba lentamente mientras las pequeñas partículas del polvo de la habitación volaban en el aire.

No sé porqué, pero desde que había llegado nunca hice el ademán de prender el aire, a lo mejor ya me estaba volviendo una masoquista y me gustaba el calor y sudor.

O a lo mejor, simplemente me gustaba despertar y mirar el ventilador girar hasta que me encontraba despierta totalmente.

Elegía lo segundo.

Hasta que no existan más estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora