Harry
De pequeño siempre fuí bueno observando, quiero decir, realmente veía cosas y miraba con atención aquellos puntos que nadie más lo hacía.
Mi madre decía que por cosas como esas siempre me metía en problemas, porqué cuando se trataba de una persona intentaba de ayudarla como sea posible.
Aún recuerdo a Marya , mi compañera de instituto, había Sido acosada durante mucho tiempo y por supuesto yo no podía dejar pasar por alto el hecho de mis compañeros tocaban su cuerpo sin permiso o que la mirasen de forma inadecuada.
Ví el momento perfecto para saciar mi ira contra los idiotas sin neuronas y me metí en una pelea.
Mi primera pelea.
Salí del instituto con el labio partido, el ojo morado y posiblemente con uno o dos dedos rotos.
Pero había dejado el mensaje de que no la tocaran de nuevo.
Y mis compañeros lo entendieron.
Bueno, lo entendieron en otro instituto porqué fueron expulsados y yo... Fuí sancionado por unos días.
Me importó una mierda, Marya me agradeció con los ojos llorosos y las manos temblando por haberla defendido y se sintió jodidamente bien.
No sé sí eso fue lo que me hizo decidir elegir la carrera de abogacía para estudiar, pero fue aquello lo que me impulsó a saber que hacer justicia era algo que disfrutaba lograr.
Y hablaba en serio cuando decía que lo disfrutaba.
Pero ese no es era el caso en esos momentos sino el hecho de qué Alexa me llevó a una habitación desorneda que se encontraba al final del pasillo de su apartamento. Abrió la puerta y se hizo de lado para dejarme pasar.
Me sorprendio ver tantas pinturas en los pisos y el desastre pero también la magia que había allí, entre esas cuatro paredes.
Entré inoptizado, con los pasos lentos, saboreando el momento e hice lo que más sabía hacer: observé con atención todo.
Había un pequeño sofá en el fondo de la habitación, encima de ella había libros, cuadernos y un ordenador.
— Sé que todo está muy desordenado y que huele a pintura aquí adentro pero... — giré hacia Alexa. Se mordía el labio inferior nerviosa — Me gusta, me gusta porque se siente como en casa ¿ Sabes ?
Asentí con la cabeza.
— Entiendo ese sentimiento. — contesté, volviendo a mirar los dibujos — Son hermosos, Alexa.
Escuché su risa suave atrás mío.
— No vale mentir.
Rodé los ojos.
— Pues sería una mentira si dijera lo contrario. — cogí un lienzo.
Alexa había pintado el lienzo en negro y había trazado en él líneas rojas y salpicaduras que parecía como cuando te cortas y cae sangre al piso. Pasé mis dedos por las líneas.
— ¿ Que significa ? — pregunté.
Alexa camino con cuidado hasta mi lado y miró el dibujo.
Vaciló en responder.
— Mi sueño. —musitó y yo no pude evitar fruncir el ceño.
— No entiendo...
Suspiró profundamente y apartó el lienzo de mis manos.
— He soñado con esta imagen todos los días, — dejó caer el cuadro junto con sus otras pinturas — se repite una y otra vez, al principio creía que era una pesadilla que luego de esa escalofriante imagen vendría algo aterrador, un mounstro tal vez, pero no, una noche decidí no despertarme, y así lo hice, luego me di cuenta que después de tener ese sueño... Me veía a mí saliendo de una casa y encontrándome con mis padres.
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Hasta que no existan más estrellas
RomanceSegundo libro #2 Era escritora, mi vida giraba entorno a eso hasta que la muerte de mis padres junto con otros acontecimientos - que aún no quiero contar - me llevaron a comprar un boleto de avión que me llevaría a California. Entonces en esa ciuda...