Mi trabajo era justo lo que necesitaba no había dudas de ello.
Atendía con una sonrisa y escribía rápidamente en mi anotador los pedidos para luego llevar a la cocina y así de ese modo Gabriel cocine.
Gabriel era un chico de unos veintinueve años y la cocina era su pasión... O es eso lo que dijo cuando Nicolás nos presentó.
Me cayó bien al instante.
Tenía una sonrisa deslumbrante y unas vibras positivas a su alrededor. Era ese tipo de persona que te hacía sentir acogedora y bien sin siquiera intentarlo.
Luego estaba Natalia, ella era una chica que padecía síndrome de down, era un poco callada pero según Gabriel dejaría de estar a la defensiva cuando notará que yo era una chica común y corriente que al igual que ella me encontraba trabajando e intentando hacer amigos.
Amigos...
Esa palabra era un poco agridulce pero me acostumbraría.
Miré mi uniforme de trabajo que consistía en un vestido negro con botones blancos que me llegaba hasta debajo de los muslos.
La campana sonó y levanté la mirada al instante.
Pestañeé varias veces y cuando me di cuenta de que no estaba alucinando maldije en voz baja.
Harry y sus amigos estaban en la cafetería, y él no tardó demasiado en darse cuenta de que estaba allí también.
Forcé una sonrisa mientras saludé con la mano. Me devolvió el gesto y siguió caminando junto con sus amigos hacia una mesa.
No quería hablar con él, con solo recordar las tres únicas veces que dialogue o lo ví me fue más que suficiente saber que me comportaba como una idiota a su alrededor.
¡ Dios ! Me sonrojaba sin ningún sentido en su presencia.
Alguien carraspeó a mi lado y dí un pequeño respingo.
— Hey rara — giré hacia Natalia — Ve a anotar los pedidos.
Tomé una bocanada de aire nerviosa y ella frunció el ceño.
— ¿ Qué ?
— Bueno, es que...
Rodó los ojos y agarró mi anotador.
— Vale, voy yo — masculló.
— Gracias...
Agradecí sincera, sin embargo ella me ignoró y se fue hacia la mesa de Harry, mientras tanto yo recogía un trapo y empezaba a limpiar una mancha invisible del mostrador para que pareciera que estaba haciendo algo...
Ridícula, me dije mentalmente.
Natalia no tardó mucho en acercarse de nuevo.
— ¿ Es tu novio ? — indagó curiosa al llegar.
Abrí los ojos sorprendida.
— ¡ No ! — chillé con las mejillas calientes.
Bufó.
— Que aburrido. — musitó y le entregó a Gabriel el pedido. Cuando volvió se quedó a mi lado y observó fijamente las mesas — Mamá dijo que no puedo tener novio hasta los treinta.
— Eh... — la miré desconcertada — ¿ En serio ?
Asintió con la cabeza disgustada.
— ¿ Y cuantos años tienes...? — pregunté.
Ladeó la cabeza y luego pensó, pensó...
— Mamá dijo que faltan dos meses para mi cumpleaños.
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Hasta que no existan más estrellas
RomansaSegundo libro #2 Era escritora, mi vida giraba entorno a eso hasta que la muerte de mis padres junto con otros acontecimientos - que aún no quiero contar - me llevaron a comprar un boleto de avión que me llevaría a California. Entonces en esa ciuda...