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Se le hizo agua la boca. Era el exquisito aroma a caramelo amargo, incluso juraba que se percibía un escaso olor a caramelo quemado.

Necesitó un poco más.

Inconscientemente, dio unos pasos hacia el frente, dando grandes exhalaciones. Lleno cada rincón de sus pulmones con el embriagante olor de alfa en celo. 

El alfa gruño y, en respuesta a ello, a Izuku le temblaron las piernas. Dejó a todo esplendor su delicioso aroma a menta frente al alfa, este lo miró con sus intensos ojos carmesí y dejo que se acercara. El delicioso aroma del omega lo hizo saborear, disfrutaría ver sus ojos nublados y perdidos por el placer. 

No te preocupes, no haremos nada. Solo lo calmaré y le daré el supresor. 

—Ochako— dijo extendiendo su mano. La contraria lo entendió y le arrojó la jeringa. En el momento en que el alfa observó sus movimientos, liberó más su aroma y envolvió al rubio, distrayéndolo. 

Caminaba lentamente y se acercaba como un cazador a su presa. Se quitó el cubrebocas, dejando ser golpeado por ese aroma. 

—Alfa — dijo melosamente. El rubio lo miro expectante, el ambiente entre ambos era intenso. Izuku había logrado subir a la ambulancia donde aún estaba el alfa, y con calma y seguridad se subió sobre él. — No te sientas mal. Yo te cuidaré. —Hablaban ambos, tanto como Izuku y su omega, no entendían qué sucedía, pero no querían detenerse. 

Sobre el regazo del Katsuki logró percibir más ese intenso aroma a sexo que emanaba el rubio para llamarlo a él. Invitándolo a hacer ese acto de frenesí durante dos días. Y la propuesta no era mala, pero no debía. Ni siquiera sabía quién era el alfa y el porqué salió herido. 

Distraigámoslo para inyectarle el supresor. 

Con calma, el omega colocó la mano libre del alfa en su cintura para luego inclinarse más cerca del Katsuki. Hundió su nariz por toda la extensión del cuello del alfa, saboreando cada centímetro del aroma. Y con calma comenzó a saborear su piel, Katsuki apretó su cintura. 

Sentía su cuerpo arder ante el toque del rubio, incluso su respiración se tornaba pesada por la cercanía. Pero no debía perder el control. Sin importar que tan apetecible alfa sea, sin importar que tan desesperado estaba de que lo tomara frente a los ojos de todos. ¡No debía caer!

— Sé que eres un alfa muy dominante. —Lamió esa piel con suavidad. — De seguro tienes a cualquier omega a tus pies. — dijo con diversión. 

Katsuki intento besar esos apetecibles labios frente a él, pero Izuku movió su rostro lejos del alfa. 

— Pero yo no soy cualquier omega. — Lo miro directamente a los ojos para luego sonreír. — Conmigo las cosas son diferentes. — Sacó la jeringa de su bolsillo y el alfa intento quitársela. — Quieto cariño. — demandó el omega removiéndose sobre la pelvis del contrario. Sacándole un leve gemido — Te inyectaré este supresor y tú te calmarás. A omega le gustaría tener ese tipo de contacto de manera romántica. Si sabes a lo que me refiero. — dijo mirando de manera juguetona. 

Katsuki sonrió — Pero mi romanticismo no durará mucho — acarició por debajo de la ropa al chico en su regazo. 

—Sé que eres salvaje, y eso me gusta. —Se acercó al alfa y dejó escasos centímetros uno del otro —. Mis cachorros serán hermosos. — inyectó la jeringa en el cuello del alfa — tenemos veinte segundos antes de que nuestra parte racional tome control. —

Las cadenas en su mano izquierda se rompieron por la brusquedad de su movimiento. — No perdamos tiempo omega. — dijo para comenzar a morder y lamer con desespero el cuello del omega. Izuku solo se retorció a gusto en los brazos del alfa, soltando pequeños quejidos por las suaves mordidas. Estaba siendo marcado por el aroma del alfa y eso le encantaba. 

Era un sentimiento tan emocionante y lleno de adrenalina. No conocía al alfa, solo sabia su nombre y que era un alfa puro, lo que significaba que era de una familia económicamente alta. Ya que se les permitían tener cachorros a los alfas de alto rango, pagando una gran suma de dinero. 

El alfa paseaba su mano por cada centímetro del cuerpo del omega. Disfrutando cada curva perfecta que tenía el omega, toda y cada una de las partes del omega era perfecta. Se amoldaba a sus gustos. En uno de sus movimientos de desespero, apretó la nalga derecha de Izuku, sacándole un apetecible gemido. Disfrutaría mucho cortejar a este omega. 

Quedaban solo cinco segundos, y el omega no perdió oportunidad. Acercó su boca al cuello del alfa y en ella incrustó sus pequeños colmillos, para luego lamer y secar esa escasa sangre. Esas eran marcas de aroma. Los omegas las realizaban a los alfas en celo para que en su momento de descanso el alfa no entre en desesperación y no lo deje recuperar fuerzas para continuar con el celo. Pero también era una clara advertencia hacia cualquier omega que esté cerca. Si alfa se estaba viendo con alguien o alguien estaba interesado en él, ese aroma era una clara declaración de guerra a quien intenté acercarse. La marca duraría exactamente una semana. 

Y finalmente, el alfa cayó inconsciente. 

Omega bajo del regazo del alfa en silencio, los enfermeros de manera sorprendida se llevaron al inconsciente alfa, mirando de reojo a ese omega que aún manejaban el cuerpo del chico. Cuándo Katsuki desapareció por esas puertas, Omega se quedó en silencio, mirando unos segundos más hacía por dónde se había ido. 

— Izuku? ¿Estás bien? — digo la castaña al otro omega. 

—¡Achu! — estornudó y luego miró muy confundidos ambos lados. Sonrió con calma, había vuelto todo a la normalidad. —No te preocupes, estoy bien. — dijo con una sonrisa. 

—Sí, ya veo que estás bien. — Se burló mirando las marcas en el cuello de Izuku que comenzaban a asomarse. 

— ¡Y-Yo no fui! ¡Omega to-tomo el control! ¡En serio! — dijo completamente rojo. Y Ochako solo comenzó a reír. 

/Encantador De Alfa/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora