13. Capítulo [ Londres ]

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SKYLAR HOFFMANN

13

La invasión de su miembro  y sus embestidas salvajes me hacen cerrar los ojos tratando de ignorar  las punzadas de dolor, pero él se mueve como si no fuera mi primera que estoy con un hombre.

Jadeos y gruñidos de su parte y me gemidos de dolor es lo que escucha en la habitación. «Me duele». Me duele mucho, ya que su miembro es grande, su gruesor me expande y mi falta de experiencia con un hombre me pasan factura.

—Para—Le pido, enterrando las uñas en su espalda, sujetándome ya que sus movimientos bruscos mueven mis senos, pero parece que no estuviera en si, atrapando unos de mis pezones entre sus dientes mordisqueándolo.

—Joder—Gruñe entre dientes extasiado.

Su pene se endurece aún más mientras que se sostiene del respaldar de la cama sintiendo el tibio líquido que se esparce dentro de mi.

Sintiendo un poco de paz al ver que termino dejándome con el pecho al mil mientras respira agitado aún dentro de mi. Me muevo incómoda acariciando su ancha espalda buscando su mirada, pero lo que encuentro es su boca que impacta contra la mía en un beso apasionado.

—Me duele—Le hago saber cuando suelta mis labios.

—Ya va a pasar—Intenta tranquilizarme, pero el dolor se comienza hacer insoportable.

Sale de mi dejando ver el enorme miembro que se llevó mi virginidad envuelto en sangre mezclado con semen.

—Mierda—Articula poniéndose de pie con su pene aún erecto como si no se hubiera corrido—Es demasiada sangre.

—Si, pero es normal ¿no?—Digo mintiendo para que no se preocupe.

No contesta, se encaminan hacia la puerta que se supone que es la baño, el dolor es peor y sangre no deja de salir de mi sexo adolorido. Trato de ponerme de pie, pero el temblor en mis piernas me lo impiden.

Sale en unos minutos con un bóxer puesto y unas toallitas en sus manos, la cara me arde cuando me abre las piernas quitándome la panti que aún mantengo limpiando mi parte. Su rostro se mantiene serio sin decir nada y sin verme a los ojos, su semblante es un témpano «No muestra sus expresiones»

Termina saliendo de la habitación sin decir una sola palabra, mientras que aprovechó buscando mi ropa sintiendo su indiferencia que me encojo el pecho, se suponía que cuando llegara ha pasar este momento sería completamente diferente, «Serian besos y bonitas caricias».

Alcanzó mi short colocándomelo sin ropa interior y mi camisa de tirantes terminándome de ponerme mi abrigo con la garganta ardiendo conteniendo el llanto, me sostengo de la esquina de la cama cuando una fuerte punzada recorre mi cuerpo de dolor apretando los dientes para no gritar.

—¿Que estás haciendo?—Aparece con un vaso en su mano, el sudor frío corre por mi cuerpo.

—Me duele mucho—Me quejó con una lagrima que recorre mi mejilla.

Me toma dejando el vaso en mesa de noche apartado las sábanas antes de acomodarme nuevamente.

—Bébelo—Pide dándome una pastilla junto con el vaso que traía—Héctor vendrá a verte.

Informa para no volver a decir ninguna otra palabra. Le devuelvo el vaso relajandome un poco en la cama esperando que la pastilla haga efecto.

—¿Quien es Héctor?—Le pregunto cuando se sienta aún lado de la cama.

Sus esmeraldas me remueven nerviosa cuando enfoca su mirada hacia mi.

—Un amigo—es lo único que responde, asiento rápido un poco de paz al sentir el dolor más llevadero, el silencio en la habitación no es incómodo pero tampoco agradable, ya que es raro.

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