Lo que está destinado a ser, será.
Jungkook ha sido ascendido a director universitario y han enviado a alguien que pueda reemplazarlo como maestro, han pasado cinco años exactos desde que le dijo adiós a la única mujer que lo ha hecho sentir algo po...
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—¡Permiso que no me caben las nalgas!
A Jungkook le tembló un ojo y supo que el estrés ya había llegado; Jimin. Salió de su cocina para presenciar la catástrofe, es decir, la reunión del trío desastroso.
Kim, Jimin y Taehyung se abrazaban y soltaban grititos mientras saltaban en un mismo punto y Rosé se burlaba de la cara de pánico que Jungkook tenía.
—Amo que estemos juntos otra vez, es más, voy a llorar.
—¿Y dónde carajos traes a Jeseol?— preguntó Taehyung.
Jimin se llevó una mano al pecho y suspiró dramáticamente.
—A Jeseol le negaron el permiso para ausentarse, así que, no pudo venir y tuve que aguantarme todo el viaje yo solo, hablando conmigo mismo— entonces reparó en la presencia de Jungkook— ¡Profesor!
—Park.
—Tan cariñoso como siempre, lo amo— le abrazó y luego le soltó para estrujar a Rosé en el mismo gesto— tiempo sin verte, te fue bien conquistando a Taehyung.
—Sí, fue fácil.
—En fin, ya digan cual es el misterio, la noticia, la bomba— se dejó caer sentado en medio de sus dos amigos— ¿Van a casarse?
—No— negaron al tiempo.
—Bueno, sí vamos a casarnos, pero todavía no sabemos cuándo— respondió Jungkook— y en la noche, cuando todos estemos cenando en casa, lo sabrán.
—Bueno, supongo que están viviendo juntos.
—Supones bien, hace poco— él asintió, viendo a su teléfono y bufando— ese es el mío.
—Ya no sé si lo es o no.
—¿Y qué harás con este lugar?— observó a Taehyung— ¿Lo venderás?
—¿Por qué? ¿Te interesa?
—Detalles y precio— rieron— si planeo devolverme a la capital en cuanto consiga trabajo, ya me aburrí en Daegu y Rosé renunció porque no le gustó.
A Jungkook se le encendió la bombilla y pensó en que Taehyung le servía.
—Envíame tu perfil y veré si pueden trasladarte a nuestra universidad.
—Oh, cierto, necesitamos dos maestros más en matemáticas— observó a su rubia amiga— ¿No te gustaría intentarlo también, Rosie?
—¿Debería?— se encogió de hombros— Si es posible y el señor director está bien con la idea, lo haré encantada.
