Lo que está destinado a ser, será.
Jungkook ha sido ascendido a director universitario y han enviado a alguien que pueda reemplazarlo como maestro, han pasado cinco años exactos desde que le dijo adiós a la única mujer que lo ha hecho sentir algo po...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Una niña.
Ambos se observaron, sorprendidos, realmente esperaban un niño, al menos esas eran sus sospechas, pero los hacía felices de igual manera, de hecho se notaba, pues Jungkook no dejaba de sonreír.
Llegaron al auto, Jungkook había considerado cambiar el modelo, Kim no lo dejó y dijo que mejor la ayudaba a elegir un auto que fuese más práctico para uso de ambos sin deshacerse del suyo.
Él no entendía para qué dos autos, pero si así lo quería Kim, pues mejor no discutirle.
—La esposa de Namjoon tendrá un niño— le avisó, colgando la llamada y ayudándola a subir— es una buena noticia, pero ella está enojada con él porque solo sabe hacer varones.
—¡Podrán ser amigos!— aplaudió— Ojalá se enamoren cuando crezcan.
Jungkook apretó el claxon de manera patosa, demasiado impresionado por eso.
—No.
—Eso no lo decides tú.
—Tampoco tú. Ella no tendrá novio hasta después de los veintiocho, no lo va a necesitar.
Kim bufó.
—¡Va a querer un hombre en su vida!
—Ya tiene uno; yo— afirmó.
—Oh, por amor al cielo.
—Y no la vamos a enviar a Londres nunca.
—Estás siendo ridículo.
—Estoy siendo precavido, no quiero que conozca a un Trent.
Ah, Trent. El imbécil británico aquél, él realmente se atrevió a llamar a Kim cuando llegó al país por negocios—según dijo, fue por eso, Jungkook sabía que era por Kim— y preguntar cuando era la boda.
Cómo estaban en videollamada, Kim suspiró hastiado, enfocó su estómago que no estaba tan hinchado pero podía notarse y luego a Jungkook a su lado en el sofá que no hizo más que mirarlo como si fuese a matarle, intimidandolo un poco.
—Ya está, ahora deja de joder.
Y colgó, eso le traumó lo suficiente para no volver a llamar o siquiera aparecerse por ahí.
—¿Quieres comer algo antes de ir con tus padres?
—No, porque mamá se enojará si sabe que comí y no fue en su casa— se mordió el pulgar— pero tengo ganas de una dona rellena.
—Vamos por ella entonces.
—No, voy a comer dónde mamá.
Suspiró.
—Vamos a tardar en ir con tu madre porque tenemos que ir a ver la casa— le recordó— voy a pasar la zona comercial y cuando la pase, no podrás conseguir donas en ningún sitio.