El oasis de mis sueños

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Me dolían todos los músculos del cuerpo, llevaba horas vomitando y sólo quería desaparecer, irme a un lugar dónde ya no doliera tanto, dónde ya no pudiera lastimar a quienes me amaban como lo estaba haciendo, cuando las manos de Gulf me sobaron la espalda lloré con más fuerza, odiaba que me viera así, cuando me enjuagué la boca frente al espejo y vi la imagen que me devolvió este, me quebré, con la poca fuerza que me quedaba me solté de los brazos de Gulf y boté todo lo que estaba en la encimera del baño, odiaba ver en lo que me había convertido, mi piel estaba gris y opaca, mis ojos rojos y ojerosos, del hombre fuerte que había sido, quedaba sólo un rastrojo y verme al lado de mi marido, el cual estaba mas bello que nunca, era un recordatorio enorme de que yo me estaba muriendo mientras el era vida y alegría, una que yo estaba matando un poquito todos los días.

-Por Buda Mew, ten cuidado que puedes lastimarte, dijo tomando mis manos y alejándome de las cosas rotas, sin embargo, estaba tan sumido en mi autodesprecio que quité mis manos de su cuerpo para seguir rompiendo lo que quedaba, sin darme cuenta que al estar mal parado, perdió el equilibrio y terminó cayendo de bruces al suelo -Por favor, detente.

Fue tanta la tristeza que se filtró en su voz, que caí de rodillas frente a el ahogado en llanto y alaridos, que solté cuando los brazos calientes y protectores de Gulf me atraparon, dejando que soltará toda mi angustia sobre él -Debes irte Gulf, dije soltando lo que me venía dando vueltas en la cabeza estás últimas semanas -No te quiero aquí.

- ¿De que estás hablando?, dijo el tratando de que lo mirara, pero lo apreté más contra mí, refugiándome en su pecho, no quería verlo, porque si lo hacía, perdería toda la valentía que había reunido para dejar a mi moreno libre, hace unos días había hablado con mi abogado y en mi testamento consigné que todos mis bienes quedarían para mis hijos y Gulf y que este último se haría cargo de la custodia de ellos -Mew ¿Qué estás diciendo?

-Estoy enfermo no soy estúpido Gulf, sé que estás viendo a otra persona y te estoy diciendo que te vayas con él, que me dejes en paz, dije soltándolo y haciendo que dejara de estar arrodillado, para caer sentado en el suelo -Ya no te quiero aquí.

- ¿Cómo puedes decir eso?, dijo mi moreno en estado de shock, sus ojos estaban gigantes, llenos de asombro y tristeza - ¿Cómo puedes insinuar que estoy con otro, cuando me paso todos los minutos del día a tu lado?

-He visto como estás mas feliz que nunca y como saltas de alegría cuando ese tal Bright te manda mensajes, el que tenga cáncer no me hace ciego, dije soltando un poco de la rabia que tenía, hace dos semanas que Gulf había cambiado, su rostro estaba inundado de luz, sus ojos derrochaban alegría, felicidad y claramente yo en mi estado demacrado, y horrible no era quien lo provocaba, no había pasado por alto que estaba constantemente recibiendo mensajes y llamadas de un tal Bright, que lo dejaban en un estado de ánimo altísimo cada vez que las recibían, finalmente años de experiencia me habían hecho saber cuando alguien me estaba siendo infiel -No te culpo Gulf, es obvio que quieras arrancar de esta vida de mierda que te estoy dando, mi gran error fue atarte a mi vida, cuando sabía que lo más probable es que la perdiera prontamente.

- ¿Estás terminando conmigo?, dijo llevando su mano al pecho y apretándolo con fuerza, verlo sumido en lágrimas me hizo ser débil y querer atraparlo contra mí, quizás si era egoísta podía retenerlo a mi lado hasta que me muriera, ¿pero que sacaba con hacerlo?, nada lograría cuando ni siquiera en la cama lo podía satisfacer.

-Así es, dije viendo como terminaba de quebrarse frente a mí, con fuerza enterré las uñas en las palmas de mi mano, para evitar tocarlo -Quiero que te vayas hoy.

-Si me voy como quieres, los niños se van conmigo, dijo de pronto colocándose de pie y secando sus lágrimas, sin evitarlo una sonrisa me invadió cuando vi al Gulf digno y luchador, que se había limpiado el rostro para pelear por sus cachorros, sin lugar a dudas, mis hijos quedarían en buenas manos cuando me fuera.

Detrás del dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora